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Ecuador: la nueva Cancillería tiene la palabra

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La APDH publica las siguientes reflexiones emergentes sobre la política exterior ecuatoriana, una vez que se confirmara la salida del Dr. Antonio Parra de la cancillería y su reemplazo por parte del Dr. Francisco Carrión:

1) En contraste con el cortoplacismo en las visiones de las elites gubernamental, económica, partidista y mediática de Ecuador, el Gabinete Presidencial del gobierno de álvaro Uribe Vélez, el pasado 7 de agosto del 2005 en la ciudad de Bogotá, lanzó un documento geo-estratégico de Planeación Estatal para la presente y siguiente décadas, denominado ‘2.019 Visión Colombia-II Centenario’ que esboza políticas de Estado a largo plazo en distintas áreas: economía, sociedad, institucionalidad estatal, ciudadanía, tendencias y prioridades de sus alianzas internacionales, etc.; e incluye un análisis macro-estratégico acerca del fin del conflicto armado interno, que -según sus propios cálculos- llegaría en el año 2.016, siendo el año 2.019, según el Gobierno colombiano, el año en que se alcanzaría ‘la desmovilización completa’ de las guerrillas y otros actores armados. El Ecuador, desprovisto de sentido de unión nacional para enfrentar el tema fronterizo e internacional, se halla inerme e impreparado ante ese proyecto que evidencia una ambiciosa visión de largo plazo por parte del actual régimen y del ‘establishment’ de Colombia.

2) Mientras la elite colombiana promueve una visión de largo alcance, en la cual admite que por más de una década llegará a prolongarse su conflicto (con las obvias consecuencias para nuestro país y los demás países vecinos que han sido víctimas de los impactos de ese conflicto y del Plan Colombia), en el Ecuador pocas son las instituciones del Estado y de sociedad civil que han promovido ‘visiones de país’ de largo alcance, destacándose el meritorio esfuerzo y las elaboraciones teórico-estratégicas de largo alcance hechas por las Fuerzas Armadas. Desafortunadamente, no puede decirse lo mismo del sector gubernamental, estatal, empresarial, social y mediático del país.

3) Por contraste con ese diseño geopolítico del Estado colombiano, que en varios temas geo-estratégicos presenta escenarios adversos a nuestro país, en el Ecuador, el actual vértigo de inestabilidad emocional del régimen, incluso llega a la errática decisión de debilitar el Frente Externo, cambiando a su representante a escasos cuatro meses de su gestión cuando apenas se esbozaban los ejes iniciales de una política exterior distinta, no sin haberse percibido las presiones de poderes supra-nacionales y locales en la decisión presidencial de relevarlo, al igual que en el cambio (‘no confrontacional’) en las incipientes y positivas líneas trazadas en política exterior, como fueron: no a las fumigaciones y no intervención en el conflicto del país vecino, alianzas multilaterales en lugar de la pasada unilateralidad diplomática ecuatoriana con el eje Washington-Bogotá, acercamiento intenso a Sudamérica, relaciones de respeto -y no de subordinación- con los EEUU, apertura y diálogo con la sociedad civil nacional, en contraposición con los últimos cancilleres pasados.

4) Mientras el Establecimiento colombiano nos dice que su conflicto interno solo podrá superarse -mediante la guerra y no de el diálogo- en el año 2.016, se puede percibir -en el nuevo error del Presidente ecuatoriano al deshacerse del canciller- el indisimulado beneplácito de irresponsables grupos de poder locales y numerosos mass media (las excepciones confirmaron la regla, tanto en el caso de la salida del ex-ministro de Economía cuanto en la del ministro de RREE); así como se pudo observar la visión parroquial de la elitista burocracia diplomática de viejo cuño, que torpedeó varias ocasiones y de distintas maneras el giro estratégico de nuestra política exterior. Y, por supuesto, sobre todo, se percibe la adversidad -a los intereses nacionales- del intrigante ‘círculo oscuro’ de Carondelet que rodea al Dr. Palacio, al que le hace ir de tumbo en tumbo desfavoreciendo nuestra política exterior cuando el país necesita más unidad nacional, firmeza y visión estratégica.

5) Los vertiginosos cambios producidos en el gabinete presidencial ecuatoriano en apenas cuatro meses, que no son de personas solamente; y en particular, la decisión del Presidente de deshacerse de los ministros y funcionarios que habían dado nuevos significados al quehacer gubernamental iniciado el 20 de abril (Correa, Pareja, Cordovez, hoy Parra, e incluso Gándara, con los errores y falencias que tuvieron algunos de ellos), ofrece un pésimo precedente en el imaginario público interno, a contrapelo de lo que el círculo íntimo que rodea al Presidente le dirá puertas adentro, mientras que -en el exterior-la salida del canciller actual, sobre todo ante el eje Bogotá-Washington, da señales de debilidad y crónica inestabilidad.

6) Preguntas al señor Presidente 

No se trata, pues, de que el Sr. Presidente hoy diga en público que ‘la política de soberanía y dignidad nacional continuará’, sino de analizar las consecuencias internas y externas de sus decisiones. ¿O acaso no sabe el Gobierno que las nuevas autoridades diplomáticas tendrán que empaparse, ¡otra vez!, a fojas cero, del estado y proyección de las negociaciones y pujas llevadas a cabo con Bogotá por el anterior canciller, así como las alternativas que fueron trabajándose por éste con segmentos de la sociedad civil? ¿Hay alguna garantía cierta de que la institucionalidad diplomática ecuatoriana continúe desarrollando la alternativa -válida- de la denuncia nacional ante la Corte de La Haya y otros organismos internacionales, para hacer prevalecer los derechos de nuestros habitantes y su seguridad ambiental, social y humana?

¿Tiene el Sr. Presidente en su poder toda la documentación que la institucionalidad de la Cancillería estaba y está obligada a entregarle sobre el tema fumigaciones y alternativas diplomáticas multilaterales para abordar aquellas? ¿Sabe el Sr. Presidente que a sus ex-ministros de Gobierno y de RREE, la APDH les entregó información (por ahora) confidencial, sobre los dos escenarios siguientes que en Washington y Bogotá se analizan para actuar en la siguiente fase -‘no confrontacional’, como dicen algunos mass media- con el Ecuador? ¿El Sr. Presidente conoce acaso que los ‘funcionarios de carrera’, que torpedearon a Parra, y varios otros hombres de su régimen, opinaron adversamente sobre la alternativa de la denuncia internacional, favoreciendo -en su lugar- la tesis del eje Bogotá-Washington de aceptar y promover un ‘nuevo’, cansino y tramposo ‘Informe’, a ser elaborado por ‘un tercer actor’ o ‘un árbitro’ (OMS, OEA, etc.), acerca de los efectos negativos, o no, de las fumigaciones en nuestro territorio?

Por último: ¿sabe el Sr. Presidente y el círculo que le cerca, que la actual ola de ‘decomisos policiales de droga’, profusa y extrañamente ‘posicionada’ por los mass media en la opinión pública (operativos en los que la Policía incluso no informa ni coordina con nuestra Armada Naval ni FFAA la ejecución de líneas ‘propias’, que las efectúa de manera directa con las agencias y armada de los EEUU), formarían parte del siguiente escenario de presión buscado por aquel eje, para cercar internacionalmente a nuestro país? ¿O no lo sabe?

7) Si el establecimiento gubernamental colombiano considera, en su análisis de escenarios, que el conflicto armado interno culminaría en el año 2.016, y que en el 2.019 habría una desmovilización total de los actores armados-; los efectos del conflicto armado y los impactos de las estrategias militares, policiales y ambientales del Estado colombiano para contrarrestarlo, continuarían presentes POR ONCE A CATORCE AñOS MáS, en las fronteras y territorios de los países vecinos a Colombia, especialmente el Ecuador y Venezuela, donde ya se si
enten de manera grave las consecuencias del Plan Colombia, así como en Panamá y, con menos intensidad (por ahora), en Perú y Brasil.

8) Finalmente, llama la atención que ese análisis gubernamental de Bogotá sobre la duración del conflicto, no incluye soluciones distintas a la guerra, que el ejercicio de la propia guerra, mientras el resto de Sudamérica considera necesarias, civilizadas y posibles, alternativas más realistas y duraderas, como la solución política negociada de los colombianos al conflicto y en la solución a la crisis humanitaria y de DDHH provocada por aquel.

9) La nueva cancillería, pero ante todo, el Presidente de la República, tienen la palabra.
Desde la sociedad civil daremos inicio a la conformación nacional de un Observatorio Ciudadano de Política Exterior del Ecuador, del que serán informados tanto el Sr. Presidente Palacio, cuanto el flamante canciller, Dr. Francisco Carrión, apenas se posesione en su cargo.

*ALEXIS PONCE: Vocero de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH) del Ecuador

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