El artista tiene un poder simbólico muy grande y si el artista ignora el impacto que puede tener con su obra, ignora también a la obra misma. El mensaje, sea implícito o explícito debe ser parte sustancial del ejercicio del arte. Por lo que cada artista tiene una responsabilidad ética por sobre lo que produce. En ese caso la audiencia, independientemente que espere algo en específico, también tiene una responsabilidad gigante. El arte no es accesorio, el arte nos cuenta la historia de nosotros mismos. No podemos prescindir del arte en cualquier transformación social, es imprescindible, porque el arte es la vida en sí misma.