Cuando el dolor social es una válvula de escape para sentir placer, estamos en presencia de una sociedad quebrada. Administrado políticamente con un lenguaje de odio y señalando culpables, el dolor social es un arma en manos de chamanes. Argentina sufre el síndrome de las lesiones autolíticas. Se desangra por voluntad propia. En tiempos de crisis de identidad, surgen mesías. Javier Milei encarna el redentor.