Hoy parece que todas las alcantarillas del mundo se hubieran abierto y estamos expuestos al unísono con todos los desechos fétidos de la humanidad, de nuestro propio país, y de nuestro círculo de conocidos, junto con la información hedionda y sin pies ni cabeza que recibimos por los medios, diarios, TV, Internet, de lo que está ocurriendo al instante, en vivo y en directo.