Considerando todo el daño social que la deuda externa y su pago en dinero y materias primas ha ocasionado a los venezolanos, no es descabellado exigir al Gobierno nacional que deje de pagar inmediatamente esa maldita deuda externa, y por supuesto que no lleve a cabo el refinanciamiento de la misma (con la banca global que aún quiera negociar con Venezuela). Claro está que el Gobierno “revolucionario”, en conjunción con sus socios “opositores”, militares y económicos no hará tal cosa sin la presión popular de diversas formas, incluso a nivel de la calle.