El presidencialismo efectivo se vive en las regiones que importan más a La Moneda que otras. Ya sea por su peso demográfico y electoral, importancia política (como la Araucanía, por el conflicto mapuche) o peso económico (como Antofagasta). Allí el Estado nacional “invierte” recursos y dedicación política. En cambio en las “regiones no prioritarias” como Tarapacá, O’Higgins y Los Ríos se genera un “vacío atencional”, que las deja libradas a la estatura del senador oficialista, en algunos casos verdaderos señores feudales.