Todo indica que el estallido chileno es un proceso histórico, que se venía incubando durante años y que aún se está desplegando. En ese sentido la palabra “estallido” -que se impuso en la prensa, también en Interferencia, y entre la mayoría de los ciudadanos- probablemente no sea la adecuada. Un estallido recuerda a algo concreto en el tiempo y el espacio, a la explosión de un petardo, al grito de gol en el estadio, al enojo pasajero: es algo efímero.