«El día que le reconozca a un tribunal extranjero la posibilidad que me condene, me estoy condenando yo. Eso lo decía Fidel. Cuando se pertenece a un país pequeño lo más sagrado es la no intervención extranjera y que cada uno resuelva sus dramas. Que no venga después ninguna Comisión Interamericana de Derechos Humanos a pedirme cosas porque en el fondo responden al que pone la guita (el dinero)».