A pocos días del inicio de un nuevo campeonato mundial de fútbol, a celebrarse esta vez en Brasil, no cesan las protestas de diversos gremios, organizaciones, colectivos y comunidades en dicho país, indignados por el enorme gasto público que ha generado la organización del evento en cuestión, que bien pudo haber sido destinado para solventar unos cuantos problemas socioeconómicos.