“Hay habitaciones con capacidad para ocho personas, en las que viven más de 20 a 35 presos, sin que la administración penitenciaria proporcione materiales de limpieza, lo que ha provocado la propagación de enfermedades”; comenta a este diario Babouzeid Labbihi, presidente del Colectivo Saharaui de Defensores de Derechos Humanos (Codesa).