El ataque conjunto de coches blindados lanzagases y lanza-aguas contra los asistentes comenzó prácticamente antes que la marcha saliera de la Alameda, lo que causó la fragmentación inmediata de la caminata y aumentó la tensión social de los manifestantes, quienes debieron reagruparse en diversos tramos del trayecto que conduce al Cementerio General, siendo reprimidos permanentemente.