Hoy, con la experiencia de los años, razonando sobre los hechos con mayor distancia y sabiendo que el denominado “estado de guerra” consistía en un conflicto unilateral de terrorismo de estado que generó tanta víctima inocente, estoy seguro de que hubiera desobedecido la mencionada orden de fusilar fuere cual fuese el resultado para mí. Sin embargo, hay que tener presente el dicho popular que dice: “Otra cosa es con guitarra”. Por lo tanto, debo imaginarme en ese desierto gélido, en plena noche y ante la posibilidad de ser asesinado de no cumplir la orden comentada o de ser sometido a un consejo de guerra con el mismo resultado.