Si no se hubiera desactivado desde La Moneda, después de 1973 y de 1990, a las organizaciones sociales, incluidas las señaladas, además de las poblacionales, juveniles y de Derechos Humanos. Si el gobierno de Patricio Aylwin y sus sucesores no hubiesen llevado a cabo el homicidio programado de los medios de comunicación democráticos y libres, para terminar en connivencia con aquellos diarios, revistas y canales de televisión que habían sido cómplices del Quiebre Institucional y de los horrores seguidos.