Han pasado siglos –y como si fuera anteayer- las consecuencias de invasiones territoriales, explotación de los recursos naturales, de masacres colectivas, de esclavitud humana, de abusos de poder, de violación de la espiritualidad y del patrimonio ancestral de los grupos étnicos y naciones-pueblos originarios, tienen irremediablemente repercusión hoy. Las muertes de George, Domingo y Alejandro son la punta de un iceberg que esconde un pasado no grato para recordar, pero si para reconocer, liberar y evolucionar.