Entonces a los nuestros, a los que se fueron despotricando de su país, les cae la gota fría: no solo es el virus respiratorio, es el virus de la xenofobia, de la exclusión, el virus del capitalismo que los persigue y arrincona. Allá no hay taima. Y toda esta tragedia que desbordó al sistema que nos vendieron como perfecto –y que nosotros, en Venezuela nos negamos a comprar– les explota en la cara como un barro de Guaidó, y el Iphone último modelo, pagado en cuotas, sirve sino para pedir ayuda.
Miles de videos colgados en el mismo Instagram, que usaban para su burlita con “Patria”, unos pidiéndole al gobierno –que han desconocido siempre- que los vaya a buscar, que los ayude, que los saque de allá donde están. Otros contando los días para que esta pesadilla se acabe y se puedan subir a un avión que los regrese para acá, al país donde viven los abrazos de su familia, donde sobran las manos solidarias, donde nadie te va a dejar morir.