Estamos de lleno en el «Y ahora qué». Bajo la presión popular y el instinto de supervivencia de la costra política parasitaria, el gobierno accedió a financiar la miseria y el hambre con el dinero de los hambreados y los miserables. Allí dónde otros gobiernos recurrieron a la emisión masiva, a la deuda soberana y/o al uso de las reservas, el Chile infame accedió generosamente a permitirle a los esquilmados recuperar 10% de lo que les roban. Pan para hoy… hambre para mañana. Nada está resuelto.