De la Revolución de Independencia al ejercicio del Poder Constituyente
Chile, del Reino de Castilla al reino del dinero
Así como en 1830 en Chile pasamos por la transición de la monarquía castellana a la oligarquía criolla, en 1990 pasamos de la tiranía de un dictador –curiosamente el mayor admirador de Francisco Franco– a la dominación de una plutocracia subordinada a las órdenes del imperio económico transnacional que nos gobierna hasta el día de hoy. Después de un largo periodo de 17 años de Dictadura, en 1989 comenzó la llamada “transición a la democracia”, la cual estuvo marcada por nuevos engaños que dejarían amarrada nuestra institucionalidad para que nunca pudiese ser cambiada conservando los privilegios de los grandes poderes económicos.
Los chilenos, un pueblo traicionado por sus líderes
“Hoy la fuerza que empuja el cambio sólo viene de la calle; y eso puede ser complicado. En especial, cuando ésta se origina por la transformación abrupta de una larga alienación pasiva en una explosión de rabia frustrada. Lo que los neo-liberales de todo color político nunca han entendido es que el capitalismo desregulado genera tales tendencias depredadoras que no sólo lo hace ineficiente, sino autodestructivo. Tarde o temprano la mayoría deja de tolerar lo intolerable. Y esperar ese momento para hacer el cambio tiene connotaciones de ruleta rusa”.
El voto de un ciudadano chileno, vale callampa
Cuando llega el periodo de elecciones, se suceden los sesudos análisis sobre las razones que explican la indiferencia de la población chilena para participar en las elecciones, lo que incluso motivó el cambio de la legislación para incorporar a todos los que cumplían con los requisitos, inscribiéndolos obligatoriamente, ahora con voto voluntario. Pero, ¿de qué sirve este voto? Los elegidos, ¿consultan a sus electores cuando hay que tomar decisiones en el Parlamento? ¿se preocupan de defender sus intereses?
El “te-Fontaine” se parece al cuento del tío
Ricardo Lagos Weber y el pequeñín Andrés Zaldívar se ven conminados a realizar ingentes esfuerzos para convencernos de que en esta reunión de té y galletas no ha ganado la derecha, como lo pronosticara el gran Radomiro Tomic, sino que habría que cambiar la frase de este ilustre república, por la expresión: “cuando se negocia con la derecha, es siempre la izquierda la que gana”. Estos caballeros de la política creen que somos aún tan ingenuos como para creer que salieron derrotados los Monckeberg y los Coloma.
La democracia del “qué rico tu té”
Cada día creo acercarme más a la idea de que “la democracia es un asunto de ángeles”, según decía Jean Jacques Rousseau. Al menos, en Chile hemos tenido autoritarismo, plutocracia, timocracia y oligarquía, así, el poder no ha sido más que un reparto del botín del Estado entre las castas políticas; en la actualidad, lo máximo que podemos decir es que contamos una democracia elitista, que sólo sirve a la competencia entre distintas élites, pero pertenecientes a la misma casta social.
De nuevo tomados de las manos
Todos los proyectos de ley, verdaderamente importantes en la vida del país, se resuelven al calor de un generoso te, en casa de un plutócrata – los príncipes de Venecia quedan chicos al lado los del Mapocho – razón por la cual a nadie debería extrañarle que el acuerdo sobre reforma tributaria hubiera tenido lugar en casa de Juan Andrés Fontaine, y que se hubiera mantenido en secreto hasta la firma del protocolo, el 11 de julio, pues así funciona nuestra plutocracia – algunos ingenuos la llaman democracia -.
La cooptación como forma de ejercer el poder
Es de la esencia de una contienda que los elementos contrapuestos busquen, por todos los medios puestos al alcance, imponer su voluntad al otro. Las formas de hacerlo si bien varían en cada circunstancia pueden, sin embargo, reducirse a dos: llevar al adversario a un enfrentamiento directo que lo obligue a claudicar, o acercarse a él y unírsele a fin de cambiarlo desde su interior. Con un conjunto de variables, estas dos formas de enfrentar las contiendas han persistido a través de los tiempos y se muestran especialmente activas, en nuestros días, dentro de las justas políticas.
Tomás Mosciatti: “No entiendo nada”
No entiendo la red de relaciones y parentescos en el Estado. Aquí van muchos ejemplos. Tampoco entiendo la reunión de la presidenta Michelle Bachelet y José María Aznar, lobbysta de Barrick Gold, empresa dueña de Pascua Lama y de Endesa. Y que el Partido Comunista haya vendido su participación en la Universidad Arcis, recuperando su inversión.
La desafección a la democracia electoral
El sufragio es, en la práctica, universal y de inscripción automática; en la Comunidad Europea puede votar un número aproximado a 400 millones de ciudadanos; en Colombia, 30 millones; en Chile, 13 millones, sin embargo, en estos casos citados sólo vota el 40% de los inscritos. Este fenómeno de desafección por los procesos electorales es uno de los problemas centrales de las democracias.
Francia: el derrumbe de la casta política conduce al triunfo de la ultraderecha
Al derrumbe de la derecha gaullista se suma la peor gestión gubernativa en la historia de Francia, la del burócrata socialista Francois Hollande – que apenas logró el 16% de los votos en las elecciones europeas, contra 20% de la derecha, y 26% del Frente Nacional, partido de Marine le Pen – que el 90% de la opinión pública francesa rechaza su gestión; este pésimo gobierno, que viró de la izquierda a la derecha para tener contentos a los empresarios, ha conducido a Francia al peor de los desastres económicos.