Como si hoy los Paulmann, los Von Mühlenbrock, los Mewes, los Luksic, los Edwards , los Angelini y otros no se hubiesen bajado también de los barcos, aviones y otros medios de transporte, con una mano por delante y la otra por detrás, para radicarse en Chile y empezar a delinquir sistemáticamente, hasta hacerse millonarios con la sangre y el sudor de los trabajadores del salitre, del cobre o del ahora llamado retail.