Perú: Hace como mil años que vivimos hablando en voz baja, consintiendo
Naces en este país hermoso y complicado y la primera sugerencia que te asalta es la del estoicismo: quédate quieto, tranquilo hermano, así es esta vaina, esto no lo arregla ni el sillau. Y se te puede pasar la vida haciéndote el de la vista gorda, haciéndote el loco y asistiendo con cara de palo a las grandes mecidas.
Me van a perdonar pero yo jamás creí en eso. Jamás hice el muertito en el mar de los sargazos de las voluntades, quebradas o roídas. ¿Por qué? Porque siempre creí que en el país de las cabezas gachas había que mirar lo más lejos que se pudiera. Porque viendo a las hormigas a uno le dan ganas de volar. Porque hay belleza en la rebeldía y una flácida fealdad en el conformismo.
La TV que no ve (la cocción del estofado)
El proceso de asignación de licencias para la transmisión de Televisión Digital Terrestre (TDT) en Uruguay –aún no concluido definitivamente- es verdaderamente desconcertante, además de lesivo para la sociedad y particularmente para la fuerza gobernante. Las denuncias de irregularidades formuladas por uno de los oferentes, que en términos menos eufemísticos deben ser traducidas directamente como corrupción, son una suerte de corolario tardío de las torpezas, zancadillas y pusilanimidades -¿de una parte?- del Poder Ejecutivo, que demuelen o al menos sabotean el espíritu de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) que trabajosa y tardíamente viene elaborando el progresismo parlamentario y que estaría próxima a su sanción.
La corrupción no es cultura popular
La corrupción viene en muchas formas y tamaños. Lo que caracteriza a la corrupción, en general, es la forma en que los empresarios se apropian de los bienes públicos de manera fraudulenta. La corrupción no es parte de la cultura popular. Es el resultado de las condiciones estructurales que predominan en una sociedad.
La corrupción se presenta especialmente en las luchas para llegar al poder político y/o para conservar el poder político. Los distintos grupos sociales pugnan por alcanzar el poder político y usan -entre sus herramienta- la corrupción.