Ciudadanos españoles jugando tranquilamente al golf, a eso del mediodía del miércoles recién pasado, mientras en el fondo se advierte un grupo de inmigrantes subsaharianos que parecen observar atentamente la distendida partida encaramados en un trozo de la gigantesca valla que separa la ciudad autónoma española de Melilla y Marruecos.