– Una vez más se demuestra que el secretismo del actuar de algunos obispos es una práctica recurrente e indebida para enfrentar temas delicados, toda vez que se actúa a espaldas del pueblo de Dios.
– El documento muestra a los obispos preocupados principalmente de la protección del patrimonio económico de la Iglesia y de la imagen institucional, lo que resulta indebido habiendo primariamente la necesidad de proteger a las víctimas, ayudar a su reparación y prevenir los abusos contra menores.