Perú: «Debo tragarme esas palabras»
Dicen los socios tácitos del fujimorismo que Vizcarra es un dictador. Se trataría de un dictador muy original. Uno que propuso recortarse el mandato, uno que convoca a elecciones legislativas para enero, uno que no podrá reelegirse, uno que permite que Pedro Olaechea lo insulte todos los días, uno que no espera nada de la prensa (y mucho menos de la tele, masivamente contaminada), uno que no envía recados al Tribunal Constitucional, uno que no ha tocado ni el Poder Judicial ni el Ministerio Público, uno que no dijo ni palabra cuando su vicepresidenta “juró” como presidenta de la república en el Congreso disuelto (cargo que mantuvo durante 20 horas y al que renunció despavorida)
Odebrecht, Perú: de corruptor a delator
Gustavo Gorriti, director de IDL Reporteros, destapó la olla, no sólo de la corrupción de los políticos, sino también del poder judicial, (este último, en el caso de “los cuellos blancos del Puerto” de Callao), y hasta ahora, uno de los implicados muy hábilmente el juez supremo, César Hinostrosa, ha logrado evitar la extradición desde España, en donde se encuentra luego de una genial escapada.
Perú: Golpe de Estado
¿Qué supuso, señor presidente?
¿Que aquellos negociadores hablaban en serio? ¿Que iban a cumplir? ¿Que eran fiables?
Y en todo caso, ¿por qué negociar por lo bajo con quienes había usted descalificado públicamente?
Eso no fue serio, señor Vizcarra. No fue limpio. Y ni siquiera fue ingenuo. Fue una manera de exhibir su debilidad.
Las fieras olieron sangre, entonces. Y decidieron atacar, cuando usted menos se lo esperaba. A las ovejas les suele suceder.
¿No sabía con quiénes trataba, señor presidente? ¿Los subestimó?