La metáfora infame
En este país isleño del fin del mundo -más evidente aún en una metrópoli como Santiago del Nuevo Extremo-, existen diversos ámbitos exentos de real convivencia; lenguajes y modos de vivir diametralmente opuestos, ligados apenas por un mero intercambio de transacciones y servicios, en donde los vínculos impersonales se limitan a intereses utilitarios, regidos por el código inamovible que funciona de mayor a menor, en pirámide similar a la estructura de la Iglesia y de la Milicia.
La madre de todas las batallas
En momentos como estos y habiendo sido testigo de la evolución del proceso político chileno desde los tiempos de la dictadura, no puedo evitar que resuenen en mi mente los argumentos planteados por el propio Jaime Guzmán en los momentos en que se validaba la constitución de 1980, quien abiertamente señalaba que, aunque el juego tendría una apariencia “democrática”, la cancha estaría diseñada de tal forma que siempre habría sólo un equipo ganador (la derecha), lo cual estaría garantizado por las reglas del juego (la constitución). Esto significa que la constitución le garantiza una permanente ventaja a su equipo por sobre el rival, lo cual -continuando con la analogía-implica que la cancha siempre estará inclinada a su favor y que el equipo contrario siempre jugará con el viento en contra, o bien que el arco del equipo rival será más grande que el arco propio.
«El neoliberalismo necesita una democracia excluyente, limitada»
«Esto es la antidemocracia, es la política neoliberal económica que se aplica en Chile y que necesita una democracia excluyente, limitada»
El arduo anhelo de la paz
Tatán declaró la Guerra. El pueblo de Chile le declaró la Paz. Y le pide, amablemente, que se vaya a freír monos a otro sitio. De preferencia acompañado del Congreso de pachanga, que bien ha bailado durante 30 años sin ocuparse de nada sino de sus propias sinecuras. Hasta ahora la violencia, las salvajadas, los crímenes, corren por cuenta de la soldadesca. Escenas insoportables circulan en video, que muestran lo que algunos sicarios de uniforme son capaces de hacer por sus amos. Peores que perros de presa. POLITIKA guarda una colección. Para que después no digan… «yo no fui…» Una nota de Edmundo Moure.
Del caos de la desconfianza a la búsqueda de las soluciones
Nuestra aspiración solía ser tener una Patria, que es algo más profundo que pertenecer a un Estado. Es la noción emocional de la tribu que añoramos, del bien común, de la no indiferencia ante la realidad del otro.
Las ideologías políticas y económicas que han estado en boga los últimos cincuenta años, han intentado borrar toda traza de emoción en nuestras relaciones, poniendo como parámetro de nuestra gestión vital la eficiencia, la competencia, y la frialdad emocional.
Y ahora estamos cosechando los frutos de estas ideologías, en un pueblo descontento, endeudado y adolorido, que necesita hacer catarsis de su rabia que está dirigida contra todo el entorno. Rabia por el hecho de haber perdido la confianza en todas las instituciones políticas, económicas y religiosas, que solían ser nuestro apoyo. Pero una vez reconocida la legitimidad de nuestra ira, debemos pensar en nuestra recuperación, en como salimos de este marasmo.
«Aún tenemos Patria ciudadanos», a matenernos en las calles
La historia se repite, el pueblo movilizado asusta a los elites gobernantes, ésta rápidamente recobra la memoria y se transforma, de súbito declara estar dispuesta a resolver los problemas que, en este caso, provocó por años, sordas e indiferentes ante el clamor de las mayorías para que las cosas cambien. Por su parte el gobierno de derecha, nido de herederos de la dictadura, desprestigiado por sus propias acciones represivas, intenta atornillarse en el poder, dispuesto como ya lo demostró, a defender sus intereses y privilegios a balazos, como lo ha hecho a lo largo de su historia.
“Mi propuesta a los chilenos”. Borrador de Constitución del Presidente Salvador Allende
Presentamos en exclusiva “Mi propuesta a los chilenos”, el borrador de Constitución que el Presidente Salvador Allende iba a someter al plebiscito que convocaría el 11 de septiembre de 1973. Es un documento histórico, que no puede ser aplicado mecánicamente a las actuales condiciones, pero que debe ser leído con atención, pues su espíritu sigue manteniendo absoluta vigencia y entrega ideas en cuanto propuesta democrática para desarrollar una sociedad más justas, más democrática, más soberana.
La crisis es moral, no política
El país apostó por un modelo que gira en torno al consumo, a la competencia, al tener más. Ello deja heridos en el camino, que el Papa los llama “los descartados”. El modelo imperante apostó a que el bien individual prevaleciera por sobre el bien común, y ello llevó a que alguna de las más altas figuras del mundo civil, militar, policial, judicial, empresarial y también eclesial, se vieran envueltos en situaciones que han hecho mucho daño a todos los chilenos. Coludirse para aumentar el precio de los medicamentos, los alimentos y los servicios básicos es un pecado y un delito que clama al cielo, así como eludir impuestos, beneficiarse con recursos del fisco, […]
Abrir el escenario escuchando el clamor popular
Las mayores demandas sociales que nos rigen, educación pública, salud pública y decente, pensiones, dignas leyes laborales, se enfrentan con la visión amurallada de un Estado Subsidiario que le ha entregado a los privados la tarea de asegurar que esos derechos se cumplan. El Estado debe dejar de ser “observador” y debe convertirse en un garante de sus derechos y que el Tribunal Constitucional deje de torpedear –como una tercera Cámara-, los cambios que permitan avanzar hacia un nuevo pacto social.
La Revolución Francesa en Chile
Fíjense que esto es igualito a la revolución francesa. ¿Por qué? Pues porque allá tampoco hubo dirigentes, el pueblo se sublevó solo. Los dirigentes aparecieron después, montones de dirigentes. Es que nunca faltan, en Chile suelen ser advenedizos, pero también puede haber algunos serios. En Francia estuvieron Danton, Robespierre, Marat, Voltaire y otros. Pero cuidado con los candidatos a dirigentes, que los franceses murieron todos sin cabeza.