“La muchacha que deseaba vivir en un invernadero”
César Valdebenito, en 105 páginas, nos entrega un libro inclasificable. La primera parte lo constituyen tres cuentos de tintes apocalípticos o futuristas. Uno de los cuentos es el que da título a la obra: La muchacha que deseaba vivir en un invernadero. Cada una de las historias es una pieza espléndida y nos introduce en un mundo acosado por el terror del fin del mundo, de las guerras apocalípticas, las catástrofes naturales y la amenaza de la destrucción del planeta.
de nuevo Temucuicui
gases en la alameda la villa francia
sacco y vanzetti en el barrio yungay
vicuña mackenna la bandera la victoria
la pincoya peñalolén
temucuicui
me jodieron los ojos otra vez
me tumbaron de rodillas
nada me preguntaron me dieron de todo
con pies y manos con palos
me dieron
en el suelo me crucificaron y mi voz cruzada del dolor
mi madre que sangra por boca
y nariz
Una gota de sangre
Una gota de sangre
(En homenaje a Sergio Poblete Garcés)
Desde cualquier lugar
puedo cantar y brindar por
un héroe
que siempre ha estado a
mi lado,
en el corazón. En
la dignidad
y la mirada ardiente
del justo,
del humilde.
Señor Subsecretario de Educación: Por la boca muere el pez
Señor Subsecretario de Educación, saludamos su «bocación» de servidor público.
La vigencia de Orlando Letelier
Un reciente libro de Lom Ediciones publica por primera vez en Chile un desconocido análisis de quien fuera el canciller de Salvador Allende sobre los primeros pasos del modelo neoliberal que hoy agobia a casi todo el mundo. El escrito intuye antes que nadie que la brutal represión pinochetista y la ‘libertad económica’ prometida son dos caras de una misma moneda. Un esclarecedor escrito de Orlando Letelier, el economista chileno que inspiró la doctrina del shock de Naomi Klein.
Silvio Rodríguez: La noche unánime
Hay personas en todos los balcones. De los árboles cuelgan muchachos, también de cada muro, de cada andamio de bafles o de luz. Entre la gente corre una brisa agradable, no muy fuerte. Poca para ser frío pero mucha para ser octubre.
En la intersección de Recreo y Salvador, dos calles cualquiera, se alza el escenario: cierta escenografía (en este caso bien modesta), público alrededor, músicos encima.
Silvio Rodríguez hace lo suyo.
¿Por qué ya no hablan mapudungun en La Moneda?
Hubo un tiempo en que ser autoridad y no hablar la lengua de mis abuelos no solo era políticamente incorrecto en Chile. Te convertía además en un inútil a la hora de tratar los “asuntos del Reyno”. Por el contrario, un buen dominio de la lengua de los descendientes de Lautaro bien podía abrir las puertas del cielo. O de Lima, la capital del Virreynato. Bien lo supo don Ambrosio O’Higgins, el correctísimo gobernador de la Capitanía General, padre de Bernardo, otro conocido nuestro, quien también aprendió fluidamente el mapudungun durante su niñez en Chillán.