Los de arriba hablan de limites, propiedad privada y comercio.
Los de abajo necesitamos hablar de unidad, convivencia y socialismo.
En los inicios del siglo XXI los guardianes del libre mercado, firman tratados comerciales con países y potencias económicas para vender los recursos naturales, sus tecnócratas se educan afuera y las cuentas bancarias de sus burguesías se acumulan en dólares o euros. Sin embargo estos gobierno neoliberales de tomo y lomo a la hora del nacionalismo vuelven a levantar el mismo patriotismo podrido del siglo XIX.
La intención ha sido siempre encender el patriotismo para no solucionar, tapar y desviar la atención de los problemas reales que los gobiernos enfrentan. Los gobiernos, de Alan García (Perú) y Michelle Bachelet (Chile), si que tienen cuentas pendientes con los trabajadores de ambos países.
La patria es lo que los ricos o sus padrinos imperialistas estiman conveniente.
A lo largo de la historia nacional las guerras y conflictos que conformaron y dividieron a nuestros países fueron alimentados y financiados por potencias capitalistas, como también las dictaduras. La guerra del pacifico tuvo como único vencedor –en ese entonces- al imperialismo Británico, que controlo y exploto el salitre hasta que se invento el salitre sintético. Ese fue un lado de la moneda pero en el otro las consecuencias para la población chilena y peruana fueron devastadoras.
El triunfo de la guerra contra Perú y Bolivia fue utilizado luego por el Estado chileno y sus fuerzas armadas para terminar con la resistencia del pueblo mapuche, el gobierno envió a las tropas que habían combatido en el norte para terminar de ocupar el territorio mapuche y extender así el dominio en el sur del país. La pacificación de la araucania es un eufemismo que usan los libros de historia oficial para describir el exterminio que las familias ricas del país hicieron contra las comunidades mapuches para robarles sus tierras.
Por otra parte, a pocos años del triunfo de la guerra tuvo lugar una de las peores matanzas de trabajadores que tengan lugar en la historia del movimiento obrero chileno. Hace algunas semanas se conmemoraron los 100 años de la Matanza de la Escuela Santa Maria de Iquique, donde más de tres mil obreros, mujeres y niños murieron asesinados por el mismo ejército que venia de las matanzas en el sur.
Los trabajadores reclamando por mejores salarios y condiciones a empresas, que tenían como dueños a patrones ingleses, fueron asesinados bajo el apoyo de la propia elite chilena, encarnada en su ejercito. Y no fueron sólo chilenos ya que entre los muertos había también trabajadores bolivianos y peruanos.
No queremos cambiar de sitio ni mantener las actuales fronteras, simplemente queremos eliminarlas. Pero la limitación de la elite política y los capitalistas que gobiernan en Chile y Perú hoy esta determinada a seguir imponiendo a la clase trabajadora la apariencia de un estado nacional, que de defensa de la llamada soberanía es muy poco lo que tiene que decir a su favor. Juntando sus partidos e incluyendo a la dirigencia de la izquierda oficial, que no se hizo rogar, la elite encabezada por Bachelet quiere hablar de unidad nacional para defender el hito 1.
Hipocresía se llama la actitud que muestra una cosa, pero por otro lado hace otra. ¿De que defensa de la soberanía nacional esta hablando este gobierno -al convocar a las cúpulas de los partidos- cuando los recursos marítimos, el agua, la electricidad o los recursos mineros entre otros sectores están en manos de capitales externos?
Burda la maniobra, pero eficaz, porque así lo han hecho durante siglos para defender sus privilegios y mantener divididos a los trabajadores de diferentes países.
Conque cara se reúne la elite Chilena para defender el territorio cuando ha sido incapaz de solucionar y devolverle al pueblo mapuche los territorios robados mediante el engaño y las armas, conque cara la elite Peruana presenta reclamos cuando ha sido incapaz de solucionar la pobreza y garantizar trabajo y buenas condiciones de vida a los trabajadores y jóvenes que no tienen más alternativa que emigrar y salir de su país para ganarse el pan.
El problema no son los chilenos, los peruanos o los bolivianos, el problema es el sistema económico que tienen en común estos países. Bajo el capitalismo, en el pasado y hoy en su fase neoliberal, no puede haber solución para los problemas económicos y de convivencia que tenemos los trabajadores de todos los países. Los únicos que ganan son las clases dominantes de cada país, las fronteras están hechas para defender sólo sus privilegios e intereses de clase, mediante la propiedad privada de los recursos, los bajos salarios y la pobreza de millones, origen de los millones de dólares que están en las cuentas bancarias de los ricos.
Racismo y xenofobia: enfermedad de la sociedad de clases y castas
La xenofobia es una palabra que muchos asocian a los problemas de los trabajadores inmigrantes en algún país de Europa como Alemania o Francia, pero lamentablemente es una realidad que esta presente hoy en la sociedad chilena.
Lamentablemente es en la clase trabajadora donde esta situación se ha remarcado con mayor fuerza en los últimos años.
Las actuales leyes laborales que vienen de la dictadura y que la Concertación no ha cambiado o peor aun, las han profundizado a favor de los empresarios o metidas al tarro de la basura como lo hace CODELCO con la ley del subcontrato.
Con malas leyes laborales y con el aumento de la demanda de trabajo tras la llegada de mano de obra peruana, han sido los empresarios y la burguesía a quienes más ha beneficiado. En la construcción, por ejemplo, la ley laboral y el impacto de la mano de obra extranjera han significado que los sueldos y las condiciones de trabajo se mantengan por el suelo. También las casas burguesas del barrio alto reemplazaron en el trabajo domestico a las trabajadoras locales por trabajadoras peruanas.
Hoy es común encontrarse con algún reclamo o comentario contra trabajadores extranjeros, y hay mucha resistencia en muchos trabajadores locales para entender la inmigración. Sin embargo en este punto no se puede ser pasivo y dejar que un grado de malestar por el trabajo inmigrante se transforme en una actitud y posición xenófoba. Hay que ser serios, explicar y dar a conocer la situación y problemas de los trabajadores a nivel internacional, que son los mismos o incluso mayores, hay que reconocer que el problema no es que sean peruanos, bolivianos o argentinos; el problema es que en los países de origen a sus clases dirigentes les importa un comino el bienestar de los trabajadores, al igual que en Chile.
A los que gobiernan Chile y Perú sólo les interesa seguir explotando
La miseria política de la burguesía chilena y peruana no tiene comparación con la difícil situación o miseria económica de miles de trabajadores chilenos que venden su fuerza de trabajo en el servicio domestico o bajo el subcontrato. Su miseria tampoco es comparable con la terrible situación que vive un joven de Perú que, también sin posibilidades de trabajo o estudio, se ve forzado a dejar su lugar de origen y su familia para que lo exploten en otro país. La miseria política de la burguesía y la miseria económica de los trabajadores de Chile y Perú están determinadas por el sistema de organización económica y que bajo el capitalismo condena a la clase trabajadora de ambos países.
Sin embargo sólo la clase trabajadora es capaz de poner fin a la discriminación, a las malas condiciones laborales y sociales en que se vive en ambos países.
Y debemos empezar entendiendo que la única arma que tenemos los trabajadores de todas los sectores de la economía, de todos los países del continente es la unidad y no esos acuerdos y tratados comerciales que han firmado los gobiernos. Que es más importante y más conveniente que se sienten los trabajadores de ambos países a solucionar los problemas antes que lo hagan los capitalistas y la elite dominante de cada país.
A la burguesía sólo les interesa defender sus intereses de clase y no las condiciones de los trabajadores, a ellos sólo les interesa alimentar el odio. En todas las guerras y conflictos del pasado y del presente los únicos que pierden son los trabajadores y los pobres. Las guerras las hacen los ricos pero las muertes siempre las ponen los pobres.
* El autor es miembro del Socialismo Revolucionario que edita el boletín Correo Semanal
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