Genocidio en Gaza. La fabricación del consentimiento occidental
por Alain Gresch (Francia)
5 meses atrás 8 min lectura
Imagen superior: Mamdouh Kashlan (1929-2022), Children of Napalm, 1972.
24 de noviembre de 2024
Artículo publicado originalmente el
Palestina. De nakba en nakba
Una extraña derrota, el último libro de Didier Fassin, profesor del Collège de France, tiene el mérito de desmontar, pieza por pieza, la responsabilidad de los intelectuales, dirigentes políticos y medios de comunicación que influyen sobre las opiniones públicas, a tal punto que hacen aceptar lo inaceptable.
Ninguna de esas guerras y ninguna de esas masacres recibieron un apoyo tan inquebrantable de los gobiernos occidentales y una condena tan sistemática de aquellos y aquellas que las denuncian, mientras la devastación y la voluntad de limpieza étnica son incomparables.
En su impactante ensayo Une étrange défaite (Una extraña derrota) — en referencia al célebre testimonio de Marc Bloch escrito tras la caída de Francia en 1940, que intenta comprender los motivos políticos del hecho —, el profesor del Collège de France analiza la « derrota moral » de las autoridades occidentales frente a la destrucción de Gaza, que tiene todas las características de un genocidio. Aunque todavía faltan unos años para que se conozca la sentencia definitiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), mientras esperamos, ¿podemos lavarnos las manos de la sangre que corre en Palestina?
Basta, sin embargo, con tomar al pie de la letra a los dirigentes israelíes. La abogada irlandesa Blinne Ní Ghrálaigh, que en enero de 2024 defendió la solicitud de Sudáfrica ante la CIJ, encontró las palabras justas. Gaza representa « el primer genocidio de la historia en el que las víctimas difunden su propia destrucción en tiempo real con la esperanza desesperada –y hasta el momento infructuosa– de que el mundo haga algo ». Así lo describen el fallo de la CIJ y el historiador israelí Raz Segal, que habla de “caso de manual en materia de genocidio”:
Los discursos, hasta en las más altas esferas del poder, demostraron que la intervención militar israelí en Gaza apuntaba a mucho más que la desaparición de Hamás (…) : el blanco era, sin distinción, el conjunto del territorio y sus residentes. El documento con las citas evocadas por Sudáfrica es impresionante: el primer ministro israelí les exige a los soldados “recordar lo que Amalek les ha hecho”, en referencia al enemigo bíblico “cuyos hombres y mujeres, niños de pecho y recién nacidos debían morir a manos de Israel”; el presidente afirma, en relación a los palestinos, que “la nación entera es responsable” y debe ser “combatida hasta partirla”; el ministro de Defensa declara que no habrá “ni electricidad, ni comida, ni agua, ni combustible”, porque se trata de una guerra “contra animales humanos” y hay que “actuar en consecuencia”.
Los sofismas del relato mediático e intelectual
Uno por uno, Fassin deconstruye los sofismas del relato israelí y occidental. El más pernicioso postula que la historia comenzó el 7 de octubre: olvídense del bloqueo de Gaza, de la expansión de la colonización y de los asesinatos en Cisjordania; olvídense de la judaización de Jerusalén y de las provocaciones contra la mezquita de Al-Aqsa; olvídense de los miles de prisioneros en las celdas israelíes. El « ejército más moral del mundo », por su parte, no hace más que « responder » a lo que fue, según las palabras del presidente francés Emmanuel Macron, « la mayor masacre antisemita de nuestro siglo »1. Eso indujo a minimizar u ocultar las imágenes que llegaban de Gaza y de Cisjordania. Último ejemplo : las imágenes de soldados israelíes arrojando los cuerpos de tres palestinos desde la terraza de un edificio en Qabatiya (Cisjordania), en septiembre de 2024, un acto que recuerda las acciones de los miembros de Estado Islámico (EI)2.
Así, con ayuda activa de los medios mainstream, los dirigentes occidentales construyeron un « consentimiento » al genocidio, que según Fassin:
Contiene dos dimensiones distintas. La primera es pasiva. Es el hecho de no oponerse a un proyecto. Entonces permitimos que se realice. La segunda es activa. Es el hecho de aprobar ese proyecto. Entonces brindamos la colaboración para su realización. En el caso de la guerra en Gaza, ambas dimensiones están presentes.
Desde luego, las responsabilidades son diferentes según los países y sus condiciones internas. En el mundo occidental, Estados Unidos carga con la culpa primera, pero los países europeos, al proveer armas, como Alemania o Francia, o al proclamar “el derecho de Israel a defenderse”, también cubrieron política y diplomáticamente a Israel.
Desacreditar cualquier voz crítica
Lo que impresiona, advierte el autor, es la voluntad de desacreditar cualquier voz crítica, por medio de la policía o de los tribunales, bajo la acusación de « apología del terrorismo ». Y para rematar la demostración, le suman la acusación de antisemitismo. Con el comienzo de la segunda Intifada, en el año 2000, algunos intelectuales habían sido acusados e incluso procesados por antisemitismo, como Edgar Morin o el resistente Stéphane Hessel. Pero tras el 7 de octubre de 2023, la caza de brujas alcanzó un nivel sin parangón, con denuncias contra periodistas, universitarios o personas de a pie. Si bien muchos de esos ataques provienen de oficinas más o menos financiadas por Israel, son orquestados por el Estado y difundidos por los « ciudadanos buenos », diligentes para denunciar a aquellos que piensan torcido.
Así, en una tribuna de algunos colegas universitarios3, el propio Didier Fassin fue acusado de adoptar un “modo de lectura que no deja de significar que una vida judía vale mucho menos que cualquier otra”… Si es por hacer cuentas, cabría recordar que desde el 7 de octubre han muerto unos 2000 israelíes y más de 41.000 palestinos, una proporción de 1 a 20, netamente desfavorable para “la vida palestina”. Al parecer, Fassin « relativizaría » el Holocausto y se inscribiría en la línea de Roger Garaudy4, que sucumbió al negacionismo hacia el final de su vida. El autor sería entonces un antisemita, un anatema que permite clausurar el debate incluso antes de abrirlo.
Para los detractores de Fassin, es inadmisible proclamar el carácter colonial del movimiento sionista, que sin embargo fue revelado hace casi sesenta años por Maxime Rodinson, y que merece, aunque se lo critique, por lo menos una discusión profunda. Es cierto que el debate universitario comete sus deslices, como aquel centenar de profesores que, en octubre de 2020, llamaron al poder político a vigilar de cerca a aquellos sospechados de “islamo-izquierdismo” o de “wokismo”, un ataque contra las libertades académicas que nadie se había atrevido a lanzar desde el final de la guerra de Argelia5
Recientemente se publicaron los nombres de 11 000 niños palestinos muertos en Gaza, 700 de ellos bebés de menos de un año. Marc Bloch ya reflexionaba sobre las víctimas demasiado jóvenes de las guerras:
Hay una imagen a la que siento que jamás podré acostumbrarme: la del terror pintado en los rostros de los niños que huyen ante las bombas bajo un cielo plagado de aviones. Ruego al cielo que jamás me vuelva a poner esa visión ante los ojos en la realidad, y lo menos posible en los sueños. Es atroz que las guerras no puedan perdonar a la infancia, no sólo porque constituye nuestro porvenir, sino porque su tierna debilidad y su irresponsabilidad dirigen una confiada llamada a nuestra protección. La leyenda cristianaiii probablemente no habría sido tan dura con Herodes si sólo hubiera tenido que reprocharle la muerte del Precursor. Su crimen inexpiable fue la masacre de los Inocentes6.
Ochenta años más tarde, esa « masacre de los Inocentes » continúa. Y muchos de los que, en la universidad francesa o en otras partes, se dicen herederos de Marc Bloch la aceptan sin reparos.
-El autor, Alain Gresch, es sspecialista en el Medio Oriente, es autor de varios libros, entre ellos De quoi la Palestine est-elle le nom ? (Les Liens qui libèrent, 2010) y Un chant d’amour. Israël-Palestine, une histoire française con Hélène Aldeguer (La Découverte, 2017).
*Fuente: OrientXXI
Notas
1. Fragmento del discurso del presidente Emmanuel Macron pronunciado durante la ceremonia de homenaje a las 42 víctimas francesas del 7 de octubre.
2. Encontramos ejemplos de estas prácticas en « Persecution of gay and bisexual men by the Islamic State », Wikipedia.
3. Bruno Karsenti, Jacques Ehrenfreund, Julia Christ, Jean-Phillipe Heurtin, Luc Boltanski y Danny Trom, « Un génocide à Gaza ? Une réponse à Didier Fassin », AOC, 13 de noviembre de 2023.
4. Nacido en 1913, exmiembro del buró político del Partido Comunista hasta su exclusión, en 1970. En la década de 1980, se convirtió al islam, pasó a apoyar a los palestinos, antes de sumarse a las tesis negacionistas.
5. « Sur l’islamisme, ce qui nous menace, c’est la persistance du déni », Le Monde, 31 de octubre de 2020.
6. La Masacre de los Inocentes aparece en el Evangelio según San Mateo. El rey herodes mandó a matar a todos los niños de menos de dos años nacidos en los alrededores de Belén porque los Magos le habían anunciado el nacimiento en esa ciudad de un niño llamado a convertirse en el rey de los judíos.
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