Los 11 principios de Goebbels: cómo Occidente y la derecha los utiliza en la actualidad para desinformar
por Javier Benítez (España)
5 años atrás 11 min lectura
En la tarde del 18 de febrero de 1943, Joseph Goebbels se subió a su Mercedes a prueba de balas y se hizo llevar al Palacio de Deportes de Berlín. Poco antes de las 17 horas, el Ministro de Educación Pública y Propaganda del Reich entró en la sala multiusos del distrito de Schöneberg. El hombre delgaducho, de sólo 1,65 metros de altura, apareció en el atril con un rostro enérgico y tenso y desplegó todas sus habilidades demagógicas.
Ese día Goebbels habló durante una hora y 48 minutos, por momentos en un tono cordial, por momentos desdeñosa, pero en muchos psajes su voz sonaba estridente y casi se quebraba. Cuando llegó al final, hizo a la audiencia diez preguntas retóricas. «¿Quieren una guerra total?» preguntó. Los 15.000 asistentes saltaron de sus asientos y gritaron con entusiasmo, «¡Sí!» El orador continuó: «¿La quieren, si es necesario, más total y radical de lo que podemos imaginar hoy en día?» Y de nuevo el auditorio se puso furioso – escenas de excesiva histeria colectiva. La Großdeutscher Rundfunk permaneció en el aire durante otros 20 minutos para que los radioescuchas pudieran compartir la euforia.
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Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre los años 1933 y 1945, Goebbels fue uno de los colaboradores más cercanos de Adolf Hitler, a quien de algún modo endiosó.
A manera de introducción, el analista internacional Juan Aguilar, observa que «más allá de su situación personal (de Goebbels) y sus complejos psicológicos, incluso más allá del papel que tuvo en un régimen como era el nacional socialismo en los años ’30 (década de 1930), sí que hay que reconocer – y esto lo reconocen las facultades de la ciencia de la información en todo el mundo –, que fue un genio de la propaganda».
El experto señala que Goebbels «creó toda una serie de consignas perfectamente coordinadas que sirven para manipular a toda una sociedad. Es lo que podríamos denominar como ‘tecnología de la desinformación’, y en esto fue un genio», admite.
Juan Aguilar analiza cada uno de los principios de Goebbels, y de qué manera Occidente los utiliza a día de hoy a todo nivel.
1 – Principio de simplificación y del enemigo único.
Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
«Efectivamente, en la sociedad occidental podemos ver cómo se focaliza en un único enemigo: Rusia. Y frente a ese enemigo ‘lo que nos define a nosotros, progreso, libertad democracia’. Al final, este principio lo que viene a determinar es eso: ‘no compliquemos los discursos’: palabras simples para definirnos a nosotros, y palabras sencillas para definir a un único enemigo, no más, que eso complica mucho».
2 – Principio del método de contagio.
Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
«Esto es lo que estamos viendo también todos los días en Europa. Hay muchos movimientos euroescépticos – unos son nacionalistas, otros son de derechas, otros de izquierda o extrema izquierda, otros son puramente escépticos o contestatarios, pero a todos se les agrupa bajo una misma categoría: populistas. ¿Qué se consigue con esto en la propaganda? Pues que también simplificas mucho el mensaje. No hay que dar más explicaciones: se identifica a todos con el mismo nombre, luego se les hace a todos igual, y por lo tanto se les combate a todos igual. Da igual las razones que puedan tener el Movimiento 5 estrellas en Italia, o El Frente Nacional en Francia, o Syriza en Grecia, no importa: populistas».
3 – Principio de la transposición.
Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
«Por ejemplo, yo estoy todo el día acusando, a Rusia de injerencia, con sus hackers, con sus agencias de información, con los bots, y demás. Y en medio de todo esto, ocultamos que es una empresa británica, Cambridge Analytica, la que en complicidad, o no, con Facebook y otras redes sociales, son las que han estado interfiriendo en procesos electorales, no solamente en EEUU o en el Reino Unido, sino también en otros muchísimos países».
4 – Principio de la exageración y desfiguración.
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
«Por ejemplo, y sin que esto menoscabe el hecho de la gravedad de que dos personas han estado intoxicadas, el caso de los Skripal. Al fin y al cabo ha sido un intento de envenenamiento de dos personas. Por muy grave que lo consideremos, estamos exagerando la importancia dándole una magnitud que en valores absoluto no tiene. Todos los días ocurren en el mundo muchísimas desgracias y mucho más graves. Podemos hablar de los cientos de líderes sociales que están siendo asesinados en Colombia desde el acuerdo de paz con las FARC, o del número ingente de periodistas asesinados en México: de eso nadie habla».
5 – Principio de la vulgarización.
Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
«A la gente no le des una explicación compleja, tiene que ser algo muy sencillo, muy vulgar: ‘la culpa es de Putin, la culpa es de Kim Jong-un, la culpa es de Asad‘. Tiene que ser algo directo, que no haya que pensar, para que el ciudadano menos informado y con menos capacidad de análisis sea capaz de repetirlo. Porque lo fundamental en la propaganda es la repetición. Tiene que ser visualizable. Mientras que los procesos reales que son mucho más complejos, para mucha gente son difíciles de entender y mucho más difícil de explicar y de repetir».
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6 – Principio de orquestación.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad».
«Es un principio importantísimo porque está en la base misma del contexto de propaganda. Es lo que se llama ‘orquestar una campaña’, que viene de ‘orquesta’. (…) Orquesta es un conjunto de músicos e instrumentos que se compaginan para que suene una determinada melodía. En este caso, la melodía es el relato propagandístico que se quiere hacer, y los músicos y los instrumentos son los medios de comunicación, los medios de propaganda, con sus distintos instrumentos. Esto lo hemos visto a lo largo de los últimos años con el ejemplo ruso, en el cual siempre, sea el fenómeno o el acontecimiento en el que estemos – Georgia, Ucrania, Crimea, Oriente Medio o América Latina –, al final está la ‘extraña mano’ del Kremlin detrás. Se repite continuamente, y cuando ya se lleva varios años repitiendo, para la gente actúa ya como el perro de Pavlov, con reflejos condicionados. Se dice la palabra ‘Rusia’ y en la cabeza salen las imágenes de la guerra de Siria, de los hackers, etc. Esto se llama ‘orquestar'».
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7 – Principio de renovación.
Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
«Este es un principio que va unido al anterior. Yo orquesto una campaña, pero me la pueden responder, con lo cual se la renueva permanentemente con aspectos nuevos. Aquí podemos ver con el ejemplo de Rusia: situación en Ucrania, reunificación de Crimea, conflicto en el Donbás. Cuando ya se va a poder contestar, inmediatamente surgen armas químicas en Siria. Y cuando se está contestando a esto, sale la injerencia de los bots, los hackers y los medios de comunicación rusos. Antes de que se pueda desmentir todo eso y tengan un efecto sobre la opinión pública, nuevamente armas químicas sobre Siria, inmediatamente después, el envenenamiento a un exespía en el Reino Unido. Y cuando ni siquiera se tienen todavía los datos reales de lo que ha pasado, ni los informes finales de la OPAQ, tenemos otra vez un nuevo ataque químico en Siria que provoca una intervención miliar, por muy ridícula que fuera. Este encadenamiento permanente es el que va renovando el discurso. ¿Quién se acuerda ya de Donbás?», advierte Aguilar.
8 – Principio de la verosimilitud.
Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
«El que organiza la campaña de propaganda tiene que buscar darle un mínimo de credibilidad. Para ello se utilizan ‘globos sonda’. Lanzo una afirmación para intentar que algunos otros actores la recojan y por lo tanto ya somos varios los que la decimos, lo que le da mayor verosimilitud. O informaciones claramente manipuladas, o insuficientes, fragmentarias, es decir, los que toman sólo aquel aspecto que les interesa resaltar. Es iniciar un proceso circular en el cual legitimar lo que se está diciendo en la propaganda. Ejemplo: en el tema de la injerencia rusa ha sido muy comentado a nivel internacional, actores del tipo think-tank como el Atlantic Council, que emite una serie de informes, el ejemplo en España es el Instituto Elcano, que lo recoge, lo reproduce, etc, y sirven como ‘cobertura intelectual’ a determinada prensa, por ejemplo el diario El País para justificar una serie de acusaciones a Rusia sobre el tema de la injerencia».
9 – Principio de la silenciación.
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
«Los argumentos que no me interesan, los callamos. Por ejemplo, si un informe de la OPAQ dice que en el famoso centro farmacéutico bombardeado en Siria no había señales de gases químicos, eso haría que el ataque (de EEUU, Reino Unido y Francia) producido el día 14 de abril, quedara en evidencia, y sería una agresión sin fundamento, y por lo tanto, un ataque al derecho internacional. ¿Qué se hace? Se oculta, no se dice».
10 – Principio de la transfusión.
Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
«Viene a decir que si la opinión pública ha estado acostumbrada durante años y años a responder a un determinado estímulo, si yo repito el estímulo, o induzco a reproducir el estímulo, va a volver a comportarse de la misma forma. Es decir, si yo sigo acusando a Rusia y digo, ‘es que es como la URSS’, se va a producir un fenómeno que es un reflejo condicionado, y que gran parte de la opinión pública inmediatamente va a asociar ‘Rusia=Comunismo de la Unión Soviética’. Esa es la transfusión. El conflicto actual no tiene nada que ver con ningún tema ideológico. De hecho el actual Gobierno de Moscú para nada es comunista».
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11 – Principio de la unanimidad.
Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.
«Claro, es que no todo el mundo puede estar equivocado. Si todo el mundo piensa una cosa, será porque esa es la realidad. Si todos ven el mismo acontecimiento y lo interpretan de la misma forma, es porque será así. Y entonces utilizan en la propaganda, toda una serie de términos, que a todos les suena. Cuando se habla de la ‘comunidad internacional’. ¿Qué es eso de la ‘comunidad internacional’? ¿Quién es la ‘comunidad internacional’? ¿Dónde se define la ‘comunidad internacional’? ¿Qué es? La Asamblea General de las Naciones Unidas? ¿Es el Consejo de Seguridad (de la ONU)? ¿Es el ‘chiringuito’ que se montan en Davos o el G7? ¿Qué es la ‘comunidad internacional’? Pero el oyente, el ciudadano que lo lee o lo escucha o lo ve por televisión, eso de la ‘comunidad internacional’ es, primeramente, como otra expresión propia de la propaganda: ‘el mundo’. ‘El mundo no puede seguir soportando los crímenes de Asad’; ‘el mundo no puede permitir que Corea del Norte tenga la bomba atómica’. Es decir, ¿’el mundo’ se ha pronunciado? ironiza Aguilar. «¡No! ¡¿Cómo se va a pronunciar el mundo?! Esto realmente es insultar la inteligencia de la gente. Es que los mecanismos de la propaganda no van dirigidos a la inteligencia, sino a producir determinadas reacciones ante las palabras», concluye Juan Aguilar.
*Fuente: Mundo Sputnik
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