Se instala un mayor respaldo de los jóvenes a la violencia en la acción política
por Andrés Scherman y Macarena Peña y Lillo (Chile)
5 años atrás 9 min lectura
28.01.2020
Según los datos de la encuesta, que entrevistó a mil jóvenes residentes en los centros urbanos de las regiones Metropolitana, de Valparaíso y Biobío (ver ficha técnica de la encuesta al final de la columna), alrededor de un tercio de los jóvenes de entre 18 y 29 años apoya las barricadas (37%) y los enfrentamientos con Carabineros (35%). El rechazo a esas expresiones ronda también el 30% (33% y 31% respectivamente), mientras que el otro tercio no toma partido.
Algo similar ocurre con el apoyo a los encapuchados en las manifestaciones: 33% los apoya, 35% los rechaza y 31% no toma partido. Más bajo es el apoyo a saqueos (12%), incendios de instalaciones militares (19%) y estaciones de metro (14%).La reprobación es mayoritaria (58%, 61% y 57%, respectivamente).
“La confianza de los jóvenes para informarse sobre las movilizaciones está depositada en sus redes interpersonales: 63% confía bastante o mucho en las comunicaciones cara a cara y 59% confía bastante o mucho en sus interacciones por servicios de mensajería como Whatsapp».
En 2018, aun cuando la pregunta no estuvo redactada exactamente igual, el respaldo a las barricadas alcanzó solo el 16%. Ese año también se midió el respaldo a la utilización de bombas molotov (6% de apoyo).
En 2019 el apoyo a las manifestaciones violentas en el contexto del estallido social no se distribuye de forma aleatoria entre los jóvenes. En el análisis de los datos se advierte que el respaldo a estas expresiones es más alto entre quienes provienen de familias que han enfrentado situaciones socio-económicas complejas, tales como deudas por educación, bajos sueldos, bajas pensiones, enfermedades de alto costo de algún miembro del grupo familiar o dificultades en el acceso a la salud.
La naturalización de la violencia como forma de acción política es un desafío urgente para nuestro sistema democrático. La encuesta muestra que los jóvenes valoran mayoritariamente la democracia ante cualquier otro sistema político, pero la evidencia indica que este segmento es el más bajo en participación electoral. Según los datos de la encuesta los jóvenes no confían en las instituciones de la república al mismo tiempo que comienzan a ver y validar las acciones violentas como una forma legítima — y efectiva — de acción política.
DEMANDAS FAMILIARES
Los jóvenes que se han manifestado públicamente en el contexto del estallido social parecen tener razones de fondo para hacerlo, es más, estas razones no son asuntos que los aquejan de forma directa, como han sido las demandas del movimiento estudiantil en el pasado. Los jóvenes del estallido social del 2019 se manifiestan por causas que les tocan a sus círculos cercanos, sobre todo sus núcleos familiares. La encuesta revela que un 55% de los consultados participó en cacerolazos y un 53% en concentraciones o marchas en el contexto del estallido social. Entre esos jóvenes, es común encontrar experiencias propias y familiares con bajas pensiones, bajos sueldos, desempleo, deudas por educación, dificultades de acceso a atención de salud, enfermedades de alto costo o hacerse cargo de un adulto mayor.
Esta ampliación del foco de las demandas puede explicar también la magnitud de la participación en manifestaciones públicas que hemos visto en los últimos meses. La participación en manifestaciones en la vía pública es una variable que la Encuesta mide desde sus orígenes en 2009 y en 2019 se alcanzó la cifra más alta: 61% de los consultados dijo haber protestado en la calle en algún momento de 2019, casi el doble que el 32% que declaró haberlo hecho en 2011, año de masivas movilizaciones estudiantiles.
“Los jóvenes del estallido social de 2019 ya no confían en los medios de comunicación tradicionales, y prefieren informarse sobre la coyuntura social a través de sus redes cara a cara, servicios de mensajería y redes sociales”.
Los jóvenes que han caceroleado o marchado también tienden a apoyar en mayor medida las protestas violentas como las barricadas (55% de los que han caceroleado y 58% de los que han marchado) y los enfrentamientos con Carabineros (53% y 57%, respectivamente), e incluso también los incendios a las estaciones de metro (21% y 23%, respectivamente).
REDES SOCIALES Y DESEOS DE PARTICIPACIÓN
Los jóvenes del estallido social de 2019 ya no confían en los medios de comunicación tradicionales, y prefieren informarse sobre la coyuntura social a través de sus redes cara a cara, servicios de mensajería y redes sociales. Solo un 7% de los jóvenes dice confiar en los medios de comunicación, mientras que un 88% dice confiar poco o nada en la información sobre las movilizaciones sociales que entrega la televisión. La confianza de los jóvenes para esta información está depositada en sus redes interpersonales: 63% confía bastante o mucho en las comunicaciones cara a cara y 59% confía bastante o mucho en sus interacciones por servicios de mensajería como Whatsapp. Por eso, las vías predilectas para acceder a información sobre el estallido son las interpersonales: 51% dice acceder todos los días o casi todos los días a información sobre el estallido en conversaciones cara a cara y 45% señala lo mismo para Whatsapp. En otras palabras, los jóvenes optaron por los lazos fuertes y cercanos al momento de informarse sobre la crisis social.
En cuanto a las redes sociales, la confianza en ellas crece sustantivamente en los jóvenes de un 49% que decía confía en ellas en 2018 a un 80% que lo hace en 2019. Facebook e Instagram son también mecanismos favoritos para acceder a información sobre las movilizaciones, con un 42% y 38%, respectivamente. En tanto, redes como Twitter, caracterizada por lazos débiles y una fuerte presencia de actores de la elite, fue muchísimo menos utilizada para informarse sobre el estallido social (14%).
“Los jóvenes del estallido social del 2019 se manifiestan por causas que les tocan a sus círculos cercanos, sobre todo sus núcleos familiares”.
Los jóvenes movilizados del 2019, aquellos que han participado en manifestaciones en el marco del estallido, hablan sobre el movimiento y sus causas en mayor medida que los no movilizados; lo hacen con amigos, familiares, vecinos, compañeros de estudio y de trabajo, pero también con desconocidos a través de redes sociales. Tal como lo muestran os datos generales, los jóvenes movilizados también prefieren las redes sociales e interpersonales para informarse. En el otro extremo, los jóvenes manifestantes declaran mayoritariamente nunca informarse mediante la televisión u otros medios tradicionales.
La caída abrupta de la confianza y uso de los medios tradicionales (especialmente la TV) y el fuerte uso de las redes sociales hacen necesario un debate sobre el sistema informativo chileno y su relación con las audiencias. La experiencia reciente nos ha mostrado que las redes sociales pueden ser una fuente permanente de noticias falsas e intoxicar el debate político. El problema es que, en el caso de Chile, las audiencias juveniles desconfían con mucha fuerza de los medios tradicionales y los ven, probablemente, también como una fuente de noticias poco confiables.
Quienes han salido a las calles desde el estallido social, ya sea participando en cacerolazos, concentraciones o marchas, son mayoritariamente menores de 20 años y de todos los segmentos socioeconómicos, sin ser esta variable un determinante de la participación. Si bien en los cacerolazos predominan las mujeres, en las concentraciones o marchas tanto hombres como mujeres han declarado participar por igual. Quienes han participado activamente son principalmente estudiantes o personas que estudian y trabajan, pues quienes solo trabajan declaran haber participado en menor medida. Los más movilizados, además, se declaran ateos o no pertenecer a ningún grupo religioso, y no participan en actividades de esta índole.
Previo al estallido de octubre, durante 2019 estos jóvenes han salido a marchar en manifestaciones del movimiento feminista, en manifestaciones estudiantiles y en protestas relativas a la protección del medioambiente. Quienes marchan y cacerolean valoran la democracia, pero están poco interesados en las noticias políticas y en conversar sobre la política tradicional en sus redes cercanas. Además, creen en mayor medida que es posible confiar en las personas, aun cuando su confianza en instituciones es bastante baja, como lo es transversalmente en el segmento y en la sociedad chilena en su conjunto, según mostró la más reciente encuesta CEP.
Técnica: Encuestas cara a cara en hogares
Tamaño de la Muestra: 1.000 casos distribuidos en las regiones de Valparaíso (302), del Bio-Bío (300) y Región Metropolitana (398).
Trabajo de Campo: Realizado entre los días 21 de noviembre y 15 de diciembre de 2019.
Diseño de la Muestra: probabilístico, estratificado con fijación a-proporcional a nivel de región.
Error muestral: las estimaciones sobre el total de la muestra tienen un error asociado de ±3,1% bajo los supuestos de muestreo aleatorio simple, varianza máxima y 95% de confianza.
Universo representado: Habitantes de los principales centros urbanos de las regiones de Valparaíso (V Región), Bio-Bío (VIII Región) y Metropolitana (RM). Esta definición representa a ±63% del universo a nivel nacional, en el segmento etario estudiado.
Unidad de Muestreo: Hombres y mujeres, entre 18 y 29 años de edad, residentes permanentes del hogar.
Ajuste del diseño: Resultados ponderados según resultados del Censo Abreviado de Población y Vivienda de 2017 realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas, INE
Todos los resultados, el cuestionario y la base de datos del estudio pueden ser descargados en https://vergara240.udp.cl/encuesta-jovenes-participacion-y-medios-2019/
*Fuente: CiperChile
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.
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