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Plomo en la sangre: Informe científico advierte de las consecuencias de mantener perdigones en el cuerpo

Plomo en la sangre: Informe científico advierte de las consecuencias de mantener perdigones en el cuerpo
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23/12/2019 – 04:45

Alumnas heridas por perdigones a comienzos de noviembre en el Liceo 7

Según explica Alethia Quirgas, la investigadora a cargo del estudio, a diferencia de lo que muchos manifestantes podrían pensar, los perdigones “no son inertes ni inocuos” y al retener estos proyectiles en el organismo hay riesgos en el corto, mediano y largo plazo, según las características de cada persona que los recibe. Los daños pueden ser neurológicos, renales, cardiovasculares, hematológicos, inmunológicos y reproductivos.

Hasta el 20 de diciembre, el Instituto Nacional de Derechos Humanos había contabilizado 1.605 personas heridas producto de la acción de perdigones disparados por las fuerzas policiales. Según distintos testimonios que INTERFERENCIA pudo recabar, muchos de los lesionados por estos proyectiles todavía los mantienen en el cuerpo, ya sea por recomendación médica, por no contar con un centro asistencial donde extirparlos o por la creencia de que retenerlos en el organismo no significa mayor problema a futuro.

Pero un reciente artículo científico realizado por la investigadora y licenciada en bioquímica Alethia Quirgas advierte sobre cómo estos perdigones ejercen efectos adversos tóxicos de carácter permanente e irreversible producto de exposición crónica al plomo, provocando daños a largo plazo a nivel neurológico, renal, cardiovascular, hematológico, inmunológico y reproductivo, entre otros.

Con una metodología que contempló una revisión sistemática de publicaciones científicas recientes -sólo se consideraron los últimos veinte años- con más de 70 fuentes que abarcan investigaciones y reportes de casos clínicos de Estados Unidos, Suecia, Colombia y Argentina, además de manuales y guías clínicas nacionales e internacionales, el artículo titulado Perdigones y fragmentos balísticos: una fuente endógena de plomo en el cuerpo humano (ver documentación adjunta) da cuenta de cómo la retención de estos proyectiles en el cuerpo representa una fuente continua de toxicidad por plomo a menos que sean removidos.

Sin embargo, explica el informe, aun cuando se extraigan, si estuvieron retenidos al menos uno o dos meses, parte del plomo ya se depositó en el hueso y permanecerá ahí durante 20 a 30 años más.

Dentro de los casos de estudios considerados, destaca el emblemático episodio vivido por Brandon Hernández, joven mapuche que en 2016 recibió 180 perdigones disparados por un sargento de Carabineros mientras se encontraba reducido en el suelo.

En conversación con INTERFERENCIA, Quirgas apuntó que “hasta ahora, en Chile se había considerado la exposición al plomo como un problema de salud que tenía que ver con la contaminación ambiental o de origen ocupacional, pero nunca de esta manera. Lamentablemente, ante violaciones a los derechos humanos tan terribles, como el perder la vista o las violaciones sexuales, los disparos de perdigones han ido quedando un poco al margen e invisibilizados, porque, a simple vista, no son tan potentes ni tan fuertes como esos otros hechos”.

Principales conclusiones

A partir del informe se desprende que el desarrollo de un cuadro de intoxicación por plomo dependerá de diversos factores: la ubicación del cuerpo extraño, el número de perdigones retenidos y su grado de fragmentación, el estado fisiológico de la persona afectada (fracturas óseas concomitantes) y el tiempo de retención de los fragmentos en el cuerpo.

Así, se constató que el diagnóstico de intoxicación por plomo en pacientes con proyectiles y/o fragmentos retenidos es difícil, en especial sin estudios apropiados, puesto que las primeras manifestaciones pueden aparecer días, meses, años e incluso décadas después de la lesión inicial. La sintomatología además es inespecífica y fácilmente atribuible a otras causas, por ejemplo, mialgias, cefalea, fatiga, irritabilidad, insomnio, anorexia, deterioro en la memoria de corto plazo y dificultad para concentrarse.

En esa línea, se concluye que las personas expuestas al plomo como consecuencia de la retención de fragmentos balísticos en el cuerpo “pueden encontrarse asintomáticas durante largos intervalos de tiempo; sin embargo, los niveles bajos de plomo en circulación sanguínea -aun cuando no produzcan síntomas notorios- ya están provocando daños a nivel localizado o sistémico en el organismo de las personas afectadas”.

“El riesgo depende de muchos factores. Por ejemplo, la edad de quien los recibe y también dónde se ubica el proyectil. Si está ubicado en articulaciones, la evidencia indica que es más probable que genere aumento de los niveles de plomo en la sangre. Aunque también hay casos de perdigones alojados en tejidos blandos que se enquistan, se encapsulan y termina promoviendo un ambiente de solubilización del plomo que también es de riesgo. Antiguamente se creía que los únicos proyectiles que eran de riesgo eran aquellos retenidos en articulaciones, pero ahora hay evidencia de casos recientes donde no ha sido así”, explicó la investigado

Radiografías que muestran los perdigones en el cuerpo de Brandon Hernández, quien recibió 180 perdigones en 2016

Asimismo, las mujeres en edad reproductiva pueden verse afectadas también por la exposición al plomo, incluso transcurrido mucho tiempo después, a causa de la acumulación de plomo en los huesos.

“En mujeres embarazadas, puede haber aumento de la presión arterial, bajo crecimiento fetal, preeclampsia y parto prematuro. Durante la gestación, el puerperio y la lactancia, aumenta la liberación de plomo desde los huesos hacia el torrente sanguíneo, lo que representa un factor potencialmente dañino tanto para las mujeres como para el desarrollo neurológico del feto, puesto que el plomo atraviesa la barrera placentaria, y también para el lactante, dado que el plomo es excretado por la leche materna”, dice el informe.

Recomendaciones

A partir de las conclusiones a las que llegó en su revisión, Quirgas propone algunas sugerencias que parten por el rol que deberían cumplir las autoridades políticas y sanitarias para establecer y adoptar estrategias para la intervención de la población expuesta al plomo. “Para ello se requiere un abordaje integral y complejo que involucre la toma de conciencia y educación de los profesionales de la salud y de la población en general”, explica.

A partir de lo anterior, la investigadora propone que en términos de evaluación, tratamiento y seguimiento, se considere que toda persona con antecedente de lesión por disparo con perdigones retenidos (incluso si ya fueron extraídos) deberá recibir una evaluación clínica completa, que incluya la determinación del nivel de plomo en sangre.

Con ello, emplear un modelo participativo que involucre tanto al paciente como al médico tratante, cirujano, toxicólogo clínico y otros especialistas para determinar la relación riesgo/beneficio de la intervención quirúrgica, tomando en consideración la evidencia actual y las necesidades, valores y preferencias del paciente y su red de apoyo de amigos y familiares.

Finalmente, destaca la función del seguimiento en el largo plazo, pues los niveles de plomo en sangre pueden variar en función de la presencia de factores de riesgo y las condiciones fisiológicas particulares a cada paciente.

“Por tanto, es vital un seguimiento temprano y de mantenimiento a largo plazo, a través de determinaciones periódicas del nivel de plomo en sangre y el monitoreo de la manifestación de signos o síntomas de intoxicación por plomo. También se deberían realizar estudios imagenológicos como radiografías y TAC, evaluaciones neuroconductuales o psicometrías”, afirma la investigadora.

*Fuente: Interferencia

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