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El año del mono y las elecciones. La rebelión de los simios podría traer el caos a la España invertebrada

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El Año del Mono, animal que simboliza la rebelión y el caos, comienza el 8 de febrero en el calendario oriental. Bajo su signo podrían celebrarse en España nuevas elecciones generales, ¿qué nos traería nuestro pariente más cercano? ¿Sería, como indica su Hoja de Vida,  el detonante de una subversión del orden establecido?
La derecha franquista –reciclada en el PP y sus adláteres-, teme con razón la llegada del mono, ese ser tan apreciado por Darwin y tan aborrecido por las religiones monoteístas. La calle tiene sus voces y merece la pena escucharlas. Así se expresaba nada más comenzar este 2016 uno de los tertulianos del café cartagenero que frecuento: “Los rojos, que han perdido la guerra civil, nos lo están quitando todo”.
Sus interlocutores, sentados en una mesa de la terraza (aquí el clima es primaveral) asienten indignados y, mientras discuten acerca del regreso del lado oscuro de la fuerza,   Aznar Azores, pasa por la calle un hombre de la vieja guardia, se acerca a su “tavola circular” y,  exclama: ¡Debería volver Franco y cortarles a todos  la cabeza!
Se huele la llegada del mono: la transmutación de los valores; la inversión de los principios sagrados (legales e ilegales); el corrimiento, en la bóveda celeste, de las miríadas de estrellas que fueron referentes. Si las cosas siguen así: los primates podrían asaltar la Cruz del Valle de los Caídos y trasladarla al Chumolungma[1], ¿por qué seguir aquí con símbolos tan deprimentes si nuestros ancestros son alegres e inteligentes?
Menos mal que los Tres Reyes Magos vendrán un mes antes de que comience el reinado del mono. Si llegasen un poco más tarde, (por ej. el 9 de febrero) los simios atacarían sin piedad las chepas de los camellos, destrozarían su cargamento y desparramarían por doquier todos los juguetes. Eso impediría que los regalos baratos arribasen a las casas de los pobres y los caros, a los pisazos de los hijos e hijas de papá.
Con millones de juguetes lanzados como peonzas por el piso de las ciudades y pueblos, sólo los niños o niñas más espabiladas y ágiles, con dotes prensiles, atraparían el ansiado botín. Los excluidos que duermen a la intemperie podrían también alargar la mano y apoderarse de un video juego de lujo o pulseritas de perlas o esmeraldas.
Eso arruinaría el día a sus homólogos de cabellos dorados, tirabuzones de oro y hermosos ojos azules. ¡A esos que hizo Dios a su imagen y semejanza! El Demiurgo, que no fabrica nada al azar, también creó a seres morenos, deformes y desnutridos: sin ellos no habría espectáculos de la muerte y el dolor en la televisión, con sabias pausas publicitarias sobre gastronomía y belleza, coches de lujo, fragancias para los elegidos, etc.
Gracias a esos personajes del submundo, que tanto gustaban a Dickens, Munch, Picasso, etc., se desarrolló el arte del sufrimiento y la desesperación. Y surgió la Virgen de la Caridad para, de rebote, limpiar la conciencia de los que practican el genocidio de los nadies. De los que activan bombas en el corazón de los que pasan, con los bolsillos vacíos, por los escaparates de los bancos, panaderías, supermercados y “outlets” de abrigos y estufas.
El año entrante nos pone en bandeja la reconciliación con el monoteísmo, es decir: la adoración al Rey de los Monos[2]. ¿Quién será el nuevo jefe de Gobierno tras las previsibles elecciones primaverales? ¿Veremos a Rajoy dejando al trote la Moncloa? ¿Se fusionará IU con Podemos? ¿Abrirán nuestros parientes la Caja de Pandora? ¿Veremos, como un milagro, la ascensión y levitación de Soraya Sáenz de Santamaría?
En 2016 ¿Se atreverá alguien a derribar  los muros de cristal que parten el mundo en dos mitades? ¿Seguirán los Hunos y los Otros debatiendo en las tribunas de la Torre de Babel? ¿Demostrará alguien, por fin, que la democracia por sí sola ya no sirve y que, sin un giro de 180 en las políticas económicas, todo seguirá igual?
Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para advertirnos del tsunami de los monos. Cuando los Reyes Magos hayan repartido los juguetes el 6 de enero en este país que no puede o no quiere crecer, veremos un nuevo capítulo del Juego de Tronos. ¡Que la corona ciña las sienes de los que desprecian el poder!
Notas:
[1] Chomolungma (en tibetano “Diosa Madre”) es el auténtico nombre del pico más alto del planeta. El otro, Everest –aceptado en occidente y desconocido en China-, se puso en honor del topógrafo galés Sir George Everest, que medía con entusiasmo, como un alter ego de Kafka, todo lo que le encargada el Imperio Británico.
[2] El Rey de los Monos, Sung Wukong, causó el enfado del Emperador de Jade (máxima divinidad celeste del budismo y taoísmo) al comerse todos los melocotones del melocotonero de la inmortalidad. Por el caos que produjo fue expulsado del paraíso y castigado a vivir encerrado en una montaña de la tierra varios siglos. Su regreso a la libertad está narrado en una de las principales obras clásicas de la literatura china “El Viaje al Oeste” (anónimo del siglo XVI).

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