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El Waterloo de la derecha

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La derecha ha tenido múltiples fracasos electorales a través de la historia, a partir de 1938 y, el más catastrófico de todos ocurrió en 1965, cuando la suma de los votos de conservadores y liberales llegó, apenas, al 12%, sin embargo, la derecha no murió: se generó un nuevo partido político, el Nacional, esta vez liderado por el ibañista Sergio Onofre Jarpa, que había pertenecido  al grupo estanquero, dirigido por Jorge Prat Echaurren – admirador del dictador Diego Portales y de Francisco Franco -. Si bien el Partido Nacional nunca llegó a las altas votaciones de liberales y conservadores, se mantuvo en una muy buena cifra del 21% en promedio en las sucesivas elecciones parlamentarias.
Otro de los reveses de la derecha ocurrió en las elecciones presidenciales de 1989 cuando la derecha pinochetista tuvo como candidato a Hernán Büchi, ex ministro de Hacienda, neoliberal y que “padecía problemas existenciales” – en un momento dado, subió a la montaña, prácticamente renunciado como candidato, para luego bajar eufórico por haber superado su contradicción vital,  un verdadero bipolar -; el otro candidato era el controvertido y populista personaje, Francisco Javier Errázuriz, el FRA-FRA, dueño de supermercados y de criaderos de pollos. Büchi obtuvo 2.052.000 votos, el 29,40%; Fra-Fra, 1.077.172, el 15,43%. Si se suma la votación de los dos candidatos da una cifra aproximada de 3.200.000 votos, el 45%, exactamente el mismo que obtuvo el SÍ en el plebiscito del año anterior.
En las elecciones presidenciales de 1993, el candidato era la esencia del anti carisma: a pesar de llevar un nombre histórico y emblemático para la derecha, el de Arturo Alessandri, sólo llegó a 1.701.324 votos, con el 24,41%; el otro candidato era José Piñera Echeñique – creador de la perversa  AFP y hermano del actual Presidente – que obtuvo 430.950 votos, el 6,18%. La suma de votos de la derecha alcanza, aproximadamente, a 2.130.000 sufragios, el 30,59%. El candidato de gobierno, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, obtuvo 4.040.497, con el 57,98%.
Posteriormente, en 1999, la derecha, con el candidato Joaquín Lavín, remontó, casi empatando con Ricardo Lagos, en la primera vuelta. En 2005, sumados los votos de Lavín y Piñera, le ganaron a Bachelet en la primera vuelta. En la primera y segunda vueltas de 2009 y 2010, respectivamente, Piñera ganó a Frei.
Dadas las condiciones actuales, no es difícil vaticinar un nuevo Waterloo de la derecha, pero algo que ignoramos es cuál de los modelos históricos adoptará: el de 1965, que significaría, nuevamente, la disolución de los actuales partidos de derecha que, como hemos visto en la historia, la formación de una nueva combinación política sería factible, pero esta vía no se ve clara  en el escenario político, pues no se darían las condiciones de un traspaso tan masivo de la votación de la derecha, como ocurrió con Frei Montalva  y su partido democratacristiano – para que este cuadro de derrumbe de la derecha se diera actualmente, sería necesario una votación sin presidentes a favor de Michelle Bachelet, que superara el 58% de Eduardo Frei, en 1993, dándose un adhesión masiva del electorado de la derecha a la actual candidata de la Concertación -. Tanto en 1965, con Alessandri, como en 2013, con Piñera, se da el caso de dos gobiernos de derecha impopulares y fracasados.
Otro modelo histórico posible es que se repita el caso de las elecciones de 1989 y se reparta la votación de la derecha entre Evelyn Matthei y Franco Parisi, representando Parisi el papel de Fra-Fra, en este caso, atrayendo a sectores de derecha que no se sientan representados por la hija del general, miembro de la junta de gobierno de la dictadura. Lo que sí es seguro, la suma de los votos Matthei-Parisi jamás llegaría al 45%, cifra obtenida por Büchi-Fra Fra. También puede darse la  variante de que Parisi triunfe sobre Matthei.
Otro modelo sería el de 1993 y que la votación de derecha se dividiera en proporciones parecidas a las de Arturo Alessandri y José Piñera – a lo mejor no el mismo 24% y 6%, pero algo similar, a lo mejor, con menos votos aún para Matthei y un poco más para Parisi.
Cualquiera de los escenarios propuestos o uno nuevo, de todos maneras asistiremos a un inminente derrumbe de la derecha que, para sus dirigentes, es ya una profecía autocumplida. Queda por vislumbrar el grado de derrota parlamentaria por los doblajes que ya se prevén en varias regiones, sumado al grado de descomposición de la derecha e, incluso los errores “no forzados”, como acaba de ocurrir con la candidatura de Luciano Cruz-Coke, al ser rechazada por el Tribunal Calificador de Elecciones.
Aun cuando se derrumbe la derecha, los dueños de Chile no tendrían  nada que temer, pues sus intereses estarían asegurados por Michelle Bachelet – en el caso de que llegara a triunfar -. “Ya no es la nueva cara de la derecha” – como le decían los socialistas a los democratacristianos”, sino que “es la derecha misma”.
13/09/2013

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