21-Enero-2013
El hecho está a la vista de todos. Basta leer la prensa diaria, oír los informativos de la radio o de la tele, las tertulias de todo color y de todo pelaje. No hay que demostrarlo. Lo sabemos de sobra. Nadie, creo yo, lo va a poner en duda.
Pero lo más preocupante no es el hecho de vivir engañados. Lo peor de todo es que se nos engaña en cosas muy graves. Y además la política del engaño y la mentira va en aumento a una velocidad de vértigo. Sin que nos demos cuenta, cada día tenemos menos derechos, ganamos menos, vivimos más inseguros, la sanidad funciona peor, la educación es más deficiente, nadie sabe a ciencia cierta cómo va a vivir el mes que viene…. Y encima de lo dicho, se nos asegura que esto es lo que más necesita España, lo que nos conviene a todos. Por no hablar de las macabras y repugnantes noticias, que nos llegan cada mañana, sobre nuevos y asquerosos casos de corrupción, ejecutados impunemente y con guante blanco por quienes todos los días nos dicen que tienen la conciencia tranquila y las manos limpias. De verdad, si se piensa despacio, todo este cúmulo de despropósitos llega a representar, para muchas personas de bien, un vomitivo insoportable. De ahí, la pregunta: ¿por qué nos mienten tanto nuestros gobernantes y los que aspiran a serlo? ¿Por qué aguantamos este cúmulo de engaños y desvergüenzas?
Para empezar a responder, me parece pertinente recordar un sabio principio que supo formular un clásico, bien conocido, en asuntos de política. Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” (XVIII, 466), dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja engañar”. Esto es lo que pasaba a finales del s. XV. Siempre había “alguien” que se dejaba engañar. Ahora, que tanto sabemos y tanto hemos progresado, el gobernante que engaña, no se encuentra ya a “alguien” que se deja engañar. En este momento, por más que nos manifestemos a gritos por las calles, la pura verdad es que somos “millones” los que votamos, como salvadores de nuestros males, a los más embusteros que se hartan de predicarnos mentiras y patrañas. ¿Es que los políticos son ahora más perversos? ¿o es que nos han degradado en la ingenuidad que no pudieron ni imaginar las gentes de hace más de quinientos años?
El problema es más complejo de lo que muchos se imaginan. Si no me equivoco, el fondo del asunto está en que los intereses económicos le han ganado la partida a los intereses políticos. Dicho más claramente: el sistema económico manda más que el sistema político. Es decir, el sistema capitalista y la codicia del dinero tiene más poder, en la vida y en las decisiones de los que manejan el cotarro, que el sistema democrático y los derechos de los ciudadanos. Pero, es claro, lo que ocurre es que los gobernantes no pueden aparecer, ante la gente, como defensores del “Estado del Capital” (que es lo que realmente son), sino como los protectores que garantizan el “Estado de Derecho”. Lo cual quiere decir que, tal como se han puesto las cosas, al político de oficio, si no es un hombre ejemplar por los cuatro costados, no le queda más salida que convertirse en un embustero de oficio.
Yo no digo que todos los políticos sean así. Lo que digo es que, hoy, el ejercicio de la política exige una integridad ética para la que muchos profesionales de la “cosa pública” no están éticamente preparados. Y así nos luce el pelo. Porque, si los gobernantes necesitan una integridad ética indiscutible, la misma integridad necesitamos los gobernados. Y si no, ¿qué puñeta hacemos, cada cuatro años, dando nuestro voto de confianza a quien sabemos que nos está engañando y lo va a seguir haciendo?
*Fuente: Atrio
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“Uno no baila solo por bailar.
Uno baila con los que ya no están, con los que vendrán
y con esta tierra que todavía pide ser escuchada”.
Hay algo que escuché decir a un gordito cuestionado por loco, a un tal Maxwell, hace unos meses en una entrevista en su país del norte. Se le preguntó porqué nop nos organizamos toda esta inmensa mayoría de gente buena que sabe que es engañada por los poderes de gobierno y de los medios a su servicio…»pues hombre, los malos se organizan…Los buenos nunca nos organizamos.!!
Así de simple.
Nosotros vamos cada día por el pan y por la defensa de lo poco que tenemos en nuestro hogar, porque ni siquiera nuestros hijos ya son, propiamente, nuestros.
Podríamos cambiar de estado conciencia, creo. Es harto difícil. Pero no tanto como organizarnos.
Mientras las personas se dediquen a vivir de fantasías, Viejos Pascueros, santos milagrosos, la vida de los otros en la TV, el football, o el copuchenteo por facebook, no van a aterrizar ni a hacerse cargo de su propia vida usando las 4 neuronas que nos regalaron al nacer en procesos de reflexión y de acción organizadora. Y los que si están organizados nos seguirán usando como los giles que somos.
Me alegra leer a José M. Castillo, hace un par de años que ya no lo leía,hombre de inteligencia superior y de una sabiduría que ya la quisiera cualquiera. Lo que dice contra los políticos de su país España, es verdadero porque está a la vista que el poder económico le ha ganado al poder social y lo que ocurre allí, donde la lucha en las calles no da tregua, porque allí saben protestar, es la misma situación que ocurre en los países latinoamericanos con sus especificaciones particulares.España lucha porque con los recortes ha perdido los derechos que tenía con su estado-.nación. Nosotros en Chile , con este neoliberalismo que nos oprime , vivimos para ayudar a los ricos chilenos y extranjeros a ser más ricos. Aquí en Chile todo lo pagamos, es tanto que cada vez que nos visitan los extranjeros se asombran de lo bello de nuestro país y de los caro que es.
Con nuestros impuestos le pagamos todo al que no hace nada.Nadie nos da un subsidio para sobrevivir mensualmente, por eso los ricos tienen más y los pobres cada día menos y los políticos entre la ética y la sordidez de sus principios , se debaten en una cruzada de ser honestos algunos y otros francamente corruptos. ¡ viva Chile ! Un saludo sr. Castillo si es que llega a leer esto , pero sepa usted que lo admiro mucho.