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Mentirillas e incoherencias presidenciales comienzan a preocupar al país

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Viernes, 23 de Septiembre de 2011
En materias políticas ya no asombran ni espantan las pequeñas falacias que lenguajean cotidianamente dirigentes y parlamentarios de las distintas tiendas partidistas. Por el contrario, se sabe que cada tres intervenciones de algunos de ellos toparemos con una sarta de mentirillas vestidas de promesas, excusas o explicaciones. Es el estilacho de nuestros políticos. Es lo que hay, desgraciadamente.

Pero llega un momento en que tanta falacia aburre. No la falacia en sí, sino el tener que soportarla en boca de quienes supuestamente son “representantes” de una parte de la población. El fanatismo arrecia y campean los fundamentalismos en inútil defensa de posturas políticas personales, alejadas por cierto de la ideología en que presuntamente están basadas. Hay quienes no trepidan en acusar de ‘comunista’ a toda persona que no está de acuerdo con sus particulares opiniones, y de inmediato agregan que fulano o mengano es un ‘resentido’, que tipos como ese quieren violar monjas, asesinar curas y desean comerse las guaguas; ello, en la derecha chilena es ya un clásico. Como también es un clásico escuchar a izquierdistas negar lo evidente, como por ejemplo, que Fidel y el Ché mataron cubanos durante la revolución. ¿No fue así? ¿Acaso en la revolución cubana se luchó al estilo de “los tres chiflados”, vale decir, a pastelazos y no con armas? ¡No jodan!

Esas mentiras, cuando se repiten a lo largo de décadas, finalmente cansan, pese a que se aturden a sí mismas al convertirse en deshuesados cuentos fantasiosos en los que, por supuesto, casi nadie cree…o sólo creen aquellos que destacan por su fanatismo, o por su ignorancia e ingenuidad. No obstante, esas estulticias podemos resistirlas a pesar de su insistencia. A veces las transformamos en chistes de salón…en  otras ocasiones las convertimos en chistes groseros, de barra brava, que contamos sólo entre amigos muy amigos a la hora de la parrillada o de la cerveza. Lo importante, en cambio, es no olvidarlas al momento de marcar nuestro sufragio en la soledad de la cámara secreta donde sólo nos acompaña la conciencia.

Puede mentirnos –y de hecho ocurre a cada instante- un concejal, un alcalde, e incluso un parlamentario, ya que entre ellos sabemos que existen incultos, deslenguados, serviles e incluso corruptos. Forman parte del karma negativo que hoy distingue a nuestra política. Sin embargo, al Presidente de la República no podemos ni debemos permitirle mentir. Por ningún  motivo.  Menos aún si viaja al extranjero y en la principal asamblea mundial –la ONU- se despacha una falacia que provoca no sólo vergüenza ajena sino también ira y malestar general.

¿Cómo soportar hipocresía y mentira en boca presidencial? En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, mientras en Santiago, Valparaíso y Concepción miles de estudiantes (en un número global que superó las 200.000 personas) protestaban en avenidas y plazas, Sebastián Piñera, con una frescura que aterra –y que induce a suponer la presencia de algún grado de perturbación mental-, informó a los asistentes de la asamblea plenaria que “en Chile, nuestros estudiantes han salido a las calles por una causa noble, grande y hermosa”…causa que, como todos sabemos, él y su gobierno han combatido utilizando no sólo la violencia policial a destajo sino, además, la tergiversación de las demandas de los jóvenes a objeto de lograr que la prensa ‘oficial’ ridiculice a los dirigentes estudiantiles. Es altamente cuestionable aceptar que todo aquello que Piñera criminaliza en Chile, allá en la ONU, ante los ojos del mundo, lo ‘santifique’.

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Para rematar la severa incoherencia presidencial, el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, valet y corifeo del mandatario presente también en Nueva York, quien se ha distinguido por ser una de las autoridades más intransigente y contraria a las movilizaciones estudiantiles, se despachó las siguientes declaraciones: “el movimiento juvenil tiene una fuerza inusitada (…) estamos todos de acuerdo con su mensaje profundo, la calidad y la igualdad de oportunidades, incluso porque no puede haber ese lucro que se aprovecha de la gente más vulnerable, y donde gente se lleva dinero al bolsillo haciendo una educación de mala calidad”.

El doble estándar, el doble discurso, la hipocresía y el cinismo parecen formar parte activa del estilo político de este gobierno, el que aseguró se conformaría un equipo de “excelencia” junto a un Presidente que llevaría a cabo “el cambio”…¿cuál cambio? ¿Cambiar qué?  ¿Las promesas a mentiras y estas a fantasías?  Reconozco que estoy preocupado…me incomoda pensar en que la persona que nos gobierna pueda estar semi asfixiado por algún tipo de perturbación y que nadie se haya percatado de ello…o peor todavía, que algunos de sus asesores lo sepan y se hagan los desentendidos pues piensan que ellos pueden gobernar desde las sombras para continuar llevando a efecto un programa de desmantelamiento del Estado, de la venta de Chile a manos privadas y, por cierto, consolidar y amarrar leyes que aseguren continuidad a los poderosos en sus maquinaciones y chanchullos inmorales y antichilenos.

No estoy asegurando que el Presidente realmente se encuentre enfermo…pero me parece sano y oportuno (e incluso patriótico) solicitar –en mi calidad de ciudadano- se le dé al país la certeza de que nuestra Primera Autoridad goza de un perfecto estado de salud física y mental, ya que con las múltiples mentirillas, patinazos y contradicciones que ha manifestado en los últimos meses, la situación parece haber pasado de un color castaño a otro mucho más oscuro, pues, como lo he dicho varias veces, no se trata de opiniones emitidas por algún edil o un parlamentario sino, principal y preocupantemente, por el propio primer mandatario, el que ni siquiera ante el principal foro internacional logró ponerle coto a su inveterada costumbre de fantasear y  mentir en apoyo a una egolatría que bien puede considerarse, a estas alturas y luego de haber constatado su periodicidad, como enfermedad preocupante…preocupante no sólo para él  sino también para el país.

-El autor, Arturo Alejandro Muñoz, es profesor y escritor.

*Fuente: El Clarin

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