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Los Estados Unidos son la peor de todas las crisis

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En el mundo hay una gran guerra declarada y en pleno
desarrollo, contra los más desposeídos, los miles de millones de pobres,
hambrientos, sin techo, sin salud, sin empleo o escolaridad, pero, también,
contra los árabes, afro-descendientes, asiáticos o latinoamericanos que poseen
petróleo, gas o minerales estratégicos.

Todo va encaminado hacia el control total y absoluto de los
Estados Unidos sobre la
Tierra. El imperio tiene el campo libre. Se mueve sin ninguna
resistencia efectiva. Naciones Unidas ya no es únicamente disfuncional e
irrelevante en esta agresión imperialista, ya podemos decir que es un
instrumento del imperio. Los principales culpables no son tanto los agresores
como las timoratas víctimas que no se atreven a organizarse para defenderse
como corresponde.

En nuestro pequeño planeta los recursos naturales son inevitablemente
limitados y una minoría codiciosa y egoísta pretende, mediante sus guerras de
agresión y ocupación, acapararlo todo para su exclusivo beneficio y usarlo en
forma irresponsable que perjudica a los más vulnerables y a la Madre Tierra.

Estas guerras de agresión y ocupación son lideradas por
Estados Unidos, los países europeos y otros del llamado primer mundo, contra el
resto de los habitantes de la
Tierra, a los que se les confiere un status de seres
inferiores y sin derecho a la paz y a una vida digna.

Estados ricos en principios éticos y/o en recursos
naturales, que no comulgan con las pretensiones del imperio, como Irán, Libia,
Venezuela, Cuba, Bolivia, Siria, Nicaragua y muchos más, están siempre en la
mira genocida de Washington.

Si tomamos en cuenta que este primer mundo, a pesar de
confesarse creyente, es racista, siembra odio contra los musulmanes y
continuamente inventa pretextos para invadirlos, imputándoles muchas veces
delitos que no han cometido, no podemos negar que es el mundo, supuestamente
cristiano, el principal responsable de este malvado y vergonzoso panorama dónde
el doble rasero y la hipocresía son las normas comunes para juzgar a los demás,
mirando siempre la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

Todo esto, a mí en lo personal, como nicaragüense y seguidor
de Jesús, como sacerdote, como amante de la paz y la justicia y de nuestra
Revolución Sandinista, me indigna y me avergüenza. Me siento defraudado ante la
tibia reacción de las iglesias cristianas. Lo considero un auténtico escándalo,
un anti-testimonio, una espantosa traición a Jesús, el humilde, el hermano, el
crucificado.

El primero de los divinos mandamientos es: Amar a Dios por
sobre todas las cosas y a nuestros hermanos y hermanas como a nosotros mismos.
Pero hoy mucho se predica otro muy distinto y diabólico mandamiento: Obedecer
ciegamente las orientaciones de Washington.

Como miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos
Humanos en Ginebra, CACDH, me siento muy molesto por las precipitadas
declaraciones y recomendaciones inusitadas en el gran show que acaba de
concluir en el Consejo, con la participación de personajes tan repulsivos, por
hipócritas, como Hillary Clinton en contra de Libia cuando aún queda mucho por
esclarecer.

Todo esto contrasta grandemente con las sensatas reflexiones
sobre el tema del Comandante Fidel Castro, las palabras del Canciller ruso,
Serguei Lavrov, dentro del propio Consejo, pidiendo que se le permita al pueblo
libio resolver, sin injerencias externas, las causas que originaron las
revueltas populares. Esos mismos conceptos habían también sido expresados por
el Comandante Daniel Ortega en el contexto del congreso del FSLN el sábado
recién pasado y por muchos otros dirigentes honestos que no andan tras el
petróleo libio ni buscando la forma de congraciarse con Washington,
arremetiendo contra los que Washington está ingeniándoselas para robarles sus
recursos.

En el caso de lo que el régimen sionista comete todos los
días contra de Palestina o que Estados Unidos comete contra Irak o Afganistán,
no hay nada que esclarecer – todo está claro, es simple y llanamente genocidio.
¿Por qué el Consejo de Derechos Humanos, y otros que hipócritamente quieren hoy
ser vistos como defensores de los derechos humanos, no ha hecho similares
declaraciones ni recomendaciones contra Estados Unidos y contra Israel?

El doble rasero y la hipocresía también son hoy la norma en
las Naciones Unidas que Washington controla cada día más. Posiblemente Gadafi
no sea un santo, pero muchísimo menos son los presidentes de Estados Unidos,
todos los cuales merecen ser llevados a juicio por crímenes contra la
humanidad. Si no somos capaces de reconocer eso, no tenemos ninguna autoridad
moral para juzgar a otros. La justicia es pareja o no es justicia – no hay
justicia selectiva.

Pero viendo este asunto en su contexto más amplio, debemos
de reconocer que son muchas las crisis convergentes de naturaleza antropogénica
que acosan hoy día a la humanidad y a gran parte de la vida en la Tierra. El hecho de que
hagamos referencia a la naturaleza antropogénica de todas las crisis actuales,
no significa que pensemos que todos los seres humanos seamos igualmente
responsables de ellas.

Son los países ricos y altamente desarrollados los más
responsables y, dentro de ellos, los Estados Unidos es, por mucho, el más
responsable. Basta con recordar que Texas, con sus apenas 25 millones de
habitantes, emite más gases de efecto invernadero que toda el África
sub-sahariana junta con sus centenares de millones de habitantes.

A la lista de las 16 crisis que presentamos a continuación
podríamos agregar muchas más: crisis climática; crisis de calentamiento global;
crisis energética; crisis financiera, económica, monetaria y comercial; crisis
alimentaria; crisis de pobreza extrema; crisis del hambre; crisis de
intolerancia contra los pueblos originarios y los afro-descendientes; crisis de
sobrepoblación en la Tierra;
crisis de guerras genocidas que causan, además, irreparables daños al ambiente;
crisis del agua; crisis de aire puro; crisis de una acelerada desaparición de
las especies y real amenaza de extinción de la propia especie humana; crisis
del arboricidio; crisis de género y crisis de intolerancia cultural y
religiosa.

Pero aunque sigamos agregándole más crisis a esta lista de
16, lo más probable es que no incluyamos a la principal de todas. Esta omisión
posiblemente se deba al hecho de que a esta se le ha conferido una especie de
status de intocable y, por eso, nunca se nos ha ocurrido denunciarla pública y
oficialmente, ni tomar medidas serias y efectivas, en cuanto a organización de
naciones afectadas, ni convocar a un encuentro de los jefes de Estado y de
gobiernos del mundo para tratar, explícita y exclusivamente, de esta crisis, la
más seria de todas, la que constituye, y a más corto plazo, la mayor amenaza
para la continuación de la especie humana y de la mayor parte de la vida en la Tierra -me refiero,
obviamente, a los Estados Unidos de Norteamérica.

Sí, así es. Estados Unidos, a pesar de su hipócrita
retórica, sus cínicas sonrisas, mentiras y calumnias, constituye el mayor
problema a nivel planetario y la mayor amenaza a la vida, a la democracia, a la
justicia y a la paz mundial.

Los Estados Unidos con su política exterior y sus ambiciones
de Full Spectrum Dominance, de dominio total y absoluto sobre el mundo, se ha
convertido ya no sólo en el mayor enemigo de la humanidad que jamás haya
existido, sino que también de la Madre Tierra.

Su filosofía política y económica se ha vuelto una especie
de religión obligatoria, para el resto de las naciones, y Estados Unidos no
vacila, nunca ha vacilado, y no vacilará jamás, en exterminar a aquellos
"infieles" que rehúsen arrodillarse ante él, sometérsele y quemar incienso ante
el becerro de oro que lo representa. Es decir, los que no estemos de acuerdo en
aceptar su codicia, su terrorismo, camuflado como defensa de la "civilización"
occidental, su capitalismo e imperialismo, estamos todos en peligro de ser
convertidos, de la noche a la mañana, en enemigos y colocados en la mira de sus
agresiones genocidas.

Estados Unidos ya tiene la capacidad de aniquilar varias
veces toda la vida sobre la
Tierra. Eso es probablemente lo que terminará haciendo si el
mundo sigue de brazos cruzados con respecto a la peor de las grandes crisis que
amenazan nuestra existencia hoy en día.

No basta con seguir haciendo denuncias antiimperialistas
aisladas, sin que estas sean formal y oficialmente acompañadas por la inmensa
mayoría de los Miembros del G-192 con resoluciones vinculantes, de obligatorio
cumplimiento y con la posibilidad de ser respaldadas por efectivas medidas
coercitivas para lograr su acatamiento. Una ONU reinventada, con estas posibilidades,
es lo que proponemos como único medio indispensable para nuestra efectiva
defensa. Sin ella no nos podremos defender, si es que aún estamos a tiempo para
hacerlo.

La crisis planteada por Estados Unidos en el mundo es,
precisamente, el tipo de crisis que debería ser tratado en Naciones Unidas y al
más alto nivel, pero como esta Organización, además de castrada y disfuncional,
ha sido convertida también en instrumento del imperio, nos incumbe a todos los
Estados Miembros arrebatársela, pues son los Estados Miembros los que
representan a Nosotros los Pueblos en cuyo nombre la ONU fue fundada. Lo único que
Estados Unidos representa son los intereses de su propio Complejo Militar
Industrial, como bien dijo el presidente Dwight Eisenhower, que algo debe de
haber sabido sobre el tema.

Como se ha dicho de otras situaciones vergonzosas, lo
terrible de todo esto ya ha dejado de ser la criminal osadía del imperio. Lo
que es mucho peor, es la pasividad y cobardía del resto del mundo, es decir, de
los que se han dejado convertir en borregos del imperio, de los que se han
dejado doblegar y han optado por lograr mantener el sello aprobatorio de la Bestia.

En Nicaragua, por ejemplo, para los Amchams, los
Montealegres y todo el servilismo criollo, eso implica obedecer las
orientaciones de los gringos para así mantener siempre sus visas y ser
infaltables huéspedes de honor en la
Casona, desde donde el representante del terrorismo mundial
pontifica a sus secuaces nicas, la mayor parte de los cuales constituye el meollo
de la oposición a la
Revolución Sandinista y a Daniel.

Es precisamente en este momento, mientras estoy escribiendo
esto, que me acaba de entrar un correo electrónico de Ramsey Clark con un
artículo del New York Times, firmado por Eric Lipton, hablando de las
zanganadas antipatrióticas cometidas por un tal Roger Arteaga, quien
supuestamente fue presidente de la
Cámara de Comercio Americana de Nicaragua, y sus actividades
como agente de la Embajada
americana y del Departamento de Estado en contra del gobierno constitucional de
Nicaragua, es decir, cosas que, de haber sido cometidas en EE.UU. contra el
gobierno gringo, le hubieran ocasionado sentencias carcelarias de por varias
vidas.

Pero, claro está, cosas parecidas se viven en todas partes
del mundo. Sin sus lacayos o secuaces criollos el imperio no funcionaría. Son
los vendepatria los que le dan viabilidad al imperio. Pero ya hay que olvidarse
de esos que Sandino llamaba peleles. Lamentablemente siempre seguirá habiendo
ese tan abominable tipo de personas en la Tierra. Lo importante es que no nos dejemos
detener, que sigamos siempre en la lucha inclaudicable, por el otro mundo
posible que añoramos y cuya Alba se avizora.

Los que sí comprendemos lo nefasto del imperio, y el
peligro, cada vez mayor, que representa, debemos estar claros que la defensa
efectiva de la vida sobre el planeta Tierra, incluyendo la de la propia especie
humana, exige inexorablemente la existencia de un foro mundial, independiente y
democrático para una verdadera y efectiva defensa de los derechos de la Madre Tierra y de la
humanidad. Por ello insistimos, repetimos y volvemos a decir que la ONU que existe ahora es
inservible, inoperante, disfuncional e instrumento del imperio. Es por eso que
ya no goza de confianza o credibilidad alguna.

Esto es tan serio que podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que si la ONU no
cambia radicalmente, si no la reinventamos, pronto desparecerá. De la misma
manera y por las mismas razones que la OEA. Pero si crear una nueva organización
auténticamente regional no será tan difícil y pronto la tendremos, si dejamos
que la ONU muera,
crearla de nuevo será casi imposible. Debemos de arrebatársela, sic, a los que
se la han usurpado para así poder, los verdaderos interesados en el futuro de la Tierra, inyectarle nueva
vida, relevancia y efectividad a nuestra Organización mundial.

Tanto las instancias de coordinación y cooperación regional,
como las de coordinación y cooperación mundial, son indispensables para la
defensa efectiva de la vida sobre la Tierra. Insisto tanto en esto porque estoy
convencido de que los gobiernos, incluso muchos de los más progresistas, no
están suficientemente convencidos. La guerra por quienes anhelan el total y
absoluto dominio planetario está más que declarada y avanza con una firmeza y
velocidad nunca antes conocidas. O comenzamos ya a defendernos o nos aplastarán
mucho antes de lo que podamos sospechar.

Es por todo esto que insistimos en que las Naciones Unidas
tiene que ser reinventada, cuanto antes, como una Organización mundial de
lucha, de defensa efectiva, por la sobrevivencia de la especie humana y de la
mayor parte de la vida en la
Tierra, amenazadas hoy como nunca antes en la historia.
Pensar que la dinámica criminal en que nos encontramos se auto-detendrá, es
algo tan iluso como lo era el pensar que el mercado tenía sus propias armas
secretas para impedir el descalabro financiero y económico de septiembre del
98.

Debemos convencernos, de una vez por todas, que no existen
tales armas secretas para detener el proceso de auto-destrucción en que nos
encontramos, sea por ignorancia, codicia extrema, conceptos erróneos de
desarrollo basados en la creencia de una existencia infinita de recursos
naturales, o por la razón que fuere.

Nuestra sobrevivencia dependerá del grado de determinación
con que nos comprometamos con la defensa de la vida y de la rapidez con que
emprendamos nuestra impostergable obligación de hacernos de una Organización
mundial independiente del imperio y capaz de luchar, con efectividad, contra
las diferentes crisis convergentes que nos acosan y, sobre todo, contra su
Principal Causante, es decir, los Estados Unidos, que, además, ha sido poseído
por el demonio de Full Spectrum Dominance, dominio total y absoluto sobre el
planeta Tierra.

– Miguel d’Escoto
Brockmann es  presidente de la Asamblea General
de las Naciones Unidas. Veterano estadista, político, dirigente comunitario y sacerdote, el Padre d’Escoto fue Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Nicaragua durante más de 10 años, entre julio de 1979 y abril de 1990. d’Escoto es sacerdote de los Misioneros Maryknoll.

*Fuente: Adital

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