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La masacre de Soweto

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Soweto 16 de junio. El gobierno de Sudáfrica acaba de anunciar que los
chicos y jóvenes negros deberán estudiar en afrikaans, la lengua del
blanco, del opresor. Es 1976 y los adolescentes estallan. No resisten
más. El país lleva casi 30 años años bajo el yugo del Apartheid y
deciden revelarse. Organizan una marcha en contra de la medida y se unen
frente a la Orlando West High School, en Soweto. La Policía dispersa a
los casi 20 mil alumnos a balazos y Héctor Pierterson, un chico de 13
años, cae muerto en brazos de su compañero Mbuyisa Makhubu. Su imagen da
la vuelta al mundo y cuando mañana se cumplan 34 años de aquella
masacre, Sudáfrica vive un feriado nacional que conmueve en medio del
Mundial: es el Día de la Juventud o Youth Day.

No es para menos, aquella protesta se esparció por todo el país y se
reprodujo en ciudades como Pretoria, Durban o Ciudad del Cabo. Los
hindúes y los "coloreados" (mestizos) se sumaron a las marchas. Y
aceleraron así las demandas y el rechazo que habrían de tirar abajo al
gobierno segregacionista casi 15 años después.

El Youth Day busca honrar a Hector y a los 572 jóvenes que murieron en
su batalla en contra del Apartheid y el sistema de educación bantú, cuyo
objetivo, según declaró el entonces ministro de Asuntos Nativos Hendrik
Verwoerd y luego primer ministro de Sudáfrica, era lograr que los
negros "fuesen educados desde edad temprana de forma tal que entendieran
que la igualdad con los europeos (los blancos) no es para ellos". La
educación bantú estaba diseñada para que los negros aprendieran las
"habilidades" necesarias para "servir" a los blancos. La esclavitud,
escolarizada.

Un año antes de la masacre, mientras Sudáfrica vislumbraba una creciente
recesión, el gobierno invertía 644 rans por año en la educación de un
niño blanco, contra 42 rans para un chiquito negro. A eso había que
sumarle que faltaban escuelas, recursos y maestros, y que los pocos que
había no hablaban afrikaans. Sin embargo, la cantidad de alumnos que
estudiaba iba en aumento: casi se triplicó de 1972 a 1976. En las aulas
nacía una generación letrada y politizada, sobre todo en los grados
superiores.

Los docentes sudafricanos negros se negaron a enseñar en afrikaans, la
lengua del dominador. El diario The New World escribió: "Nuestros padres
está preparados para sufrir bajo las reglas del hombre blanco. Ellos
han vivido durante años bajo estas leyes y se han vuelto inmunes a
ellas. Pero nosotros nos negamos fuertemente a tragarnos una educación
que está diseñada para convertirnos en esclavos en el país en el que
hemos nacido". Una nueva generación hacía escuchar su voz de oposición
al Apartheid.

Sobre la calle Khumalu, el Museo inaugurado en honor a Héctor está
lleno. Todos lo recuerdan (ver video).Se abrió hace ocho años con un
objetivo claro: que nadie olvide su sacrificio y el de los otros muertos
de la masacre de Soweto, uno de los homelands o bantustanes a los que
había sido confinada la población negra de Sudáfrica hasta 1994 cuando
se celebraron las primeras elecciones libres y multipartidarias en la
historia del país.

* Fuente: Pelota de Trapo

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