El chavismo entre bloques de oposición y el desafío de madurar: autocrítica o perecer
por Néstor Francia (Sur y Sur)
15 años atrás 7 min lectura
El triunfalismo del movimiento bolivariano comienza, en buena hora, a dar pasos rumbo a su propia recomposición política. No es baladí lo que está en juego; dice el autor: Nos extenderemos algo en torno a un asunto que se nos antoja ineludible. Planteemos el problema de una buena vez: ¿se está conformando en Venezuela un tercer bloque político que trata de ubicarse entre el chavismo y la oposición tradicional?
Siempre hemos dicho que no somos proclives a la simple repetición de los conceptos que emite el liderazgo revolucionario, sino que intentamos, por responsabilidad en tanto comunicadores, de ahondar en ellos y formarnos nuestra propia opinión, en aras de aportar al debate y a la comprensión de la realidad. En ese sentido, es de notar que aquí no se está hablando solamente de la defección de Henry Falcón y de las recientes conductas del PPT. Otros factores están actuando.
Como por ejemplo Luis Tascón, quien al proverbial “chavismo sin Chávez” opone el concepto “Chávez sin chavismo”. El diputado tachirense dice que con el mandatario nacional comparte el objetivo de crear un Estado socialista basado en el Poder Popular. Sin embargo, afirma que hay cosas que lo alejan de él: “El PSUV se maneja sin crítica y no cree en la existencia de corrientes, razón por la cual proliferan los grupos que se han hecho invulnerables ante la justicia”.
Ojo, porque tenemos que estar atentos a este tipo de ideas, para poder enfrentarlas de manera correcta, ya que se trata de lo que en alguna oportunidad definimos como “de causas reales extraer conclusiones falsas”. Volveremos sobre ello más adelante. Sigue Tascón:
“…yo a Chávez lo veo como el ‘compañero’, que puede ser objeto de críticas y comete errores, no como el ‘comandante Presidente líder fundamental’ que dicen los adulantes”. Hasta ahora Tascón es el único a quien hemos oído la expresión “Frente Amplio”, pero se sabe que este instrumento se está armando en Táchira, con participación del PPT, del propio minipartido de Tascón (Nuevo Camino Revolucionario) y otros factores. Tascón encabezaría la lista y en Trujillo están promoviendo al ex gobernador Gilmer Viloria, también salido de las filas del chavismo.
Pero hay otros factores provenientes del chavismo que se han pronunciado. Como Luis Fuenmayor Toro: “Estamos llamando a la constitución de una fuerza distinta de oposición y gobierno, donde estén verdaderos patriotas que se pongan de acuerdo en un programa mínimo para el rescate de este país”.
Acompañado por Josefina Baldó y Fermín Toro Jiménez, entre otros antiguos simpatizantes del chavismo, Fuenmayor Toro emitió una declaración titulada “De frente con Venezuela”, donde concluye que el “supuesto proceso revolucionario” repite los mismos vicios y fallas del pasado: “A diferencia de Henri Falcón, nosotros no seguimos con Chávez, a quien sólo le interesa mantenerse en el poder a como dé lugar”. En este grupo tiene clara influencia Douglas Bravo y su partido “Tercer Camino”, que se mueve con alguna fuercita política, que no social, en el centro-occidente del país.
Fuenmayor va más lejos que el gobernador de Lara: “A diferencia de Henri Falcón, nosotros no seguimos con Chávez, a quien sólo le interesa mantenerse en el poder a como dé lugar”. Y, muy importante para la comprensión de lo que ocurre, el ex rector de la UCV llama a romper la “polarización artificial”:
“Mientras la oposición y el Gobierno debaten sobre la señal de RCTV, aquí nadie discute la neoapertura petrolera, la ausencia de desarrollo científico y tecnológico y la falta de políticas para formar a los venezolanos”. Fuenmayor censura los acuerdos con Chevron y Repsol, y remata “No tengo como modelo a Panamá o Puerto Rico, pero tampoco a Cuba”.
Es claro que todos estos factores (donde se podrían incluir a futuro sectores del MAS, Bandera Roja, La Causa R y otros) son candidatos a formar parte de un Frente Amplio (que viene promoviendo desde hace un tiempo Douglas Bravo) que se ofrecería al país como alternativa de izquierda frente a Chávez, diferenciándose de la oposición conocida. Desde el punto de vista político, sería una fuerza heterogénea, donde confluirían sectores socialdemócratas, como Falcón, el PPT, el MAS y la Causa R, así como sectores de ultraizquierda radical como Tercer Camino y Bandera Roja. A ellos se podrían sumar intelectuales, académicos y otros elementos críticos e inconformes.
Desde el punto de vista social, tratarían de alimentarse del descontento en una parte del electorado chavista y en esa franja amplia que ha sido denominada “Ni-Ni”, esos ciudadanos que no sintonizan ni con Globovisión ni con VTV (ambos de audiencias minoritarias) y que se decantan por Venevisión, Televen y el cable. Su objetivo estratégico sería defenestrar a Chávez y sustituir su liderazgo, aunque así no lo reconozcan.
Ciertamente, hay dos equivocaciones que no debemos cometer: ni subestimar a estos factores ni desestimar la importancia de nuestros errores que los nutren.
Al margen de que este probable Frente Amplio logre la fuerza suficiente para alcanzar el poder, puede convertirse en un factor divisionista de las fuerzas populares, que inclusive sirva a un retorno de la derecha ante un pueblo escindido. Como hay caldo de cultivo en el innegable descontento, subestimarlos puede llevarnos a bajar la guardia. Es necesario desechar la prepotencia, la soberbia, el creer que nos “la estamos comiendo”, ni que somos los “papaúpas” de la historia. Como dice el refrán, las he visto más feas y se han casado. Así que muchos esfuerzos serán necesarios ante los nuevos desafíos.
Por otro lado, el hecho de mantenernos firmes ante los intentos divisionistas que estamos viendo, no nos puede llevar a olvidar la crítica de los vicios y errores que persisten tercamente en el Gobierno y en el movimiento revolucionarios, los principales de los cuales pasamos a enumerar:
Burocratismo: funcionarios del Gobierno y del Partido que viven metidos entre cuatro paredes, con gestiones signadas por el aislamiento con respecto al movimiento popular, que entorpecen el desarrollo del poder popular y que parecen no entender que la principal tarea del Estado en revolución es ceder cada vez más espacios al pueblo.
Funcionarios que ni siquiera consultan o dan protagonismo a sus propios trabajadores (que deberían ser vistos como compañeros de labores y no como súbditos, lo que suele suceder). Necesitamos funcionarios revolucionarios anhelantes de calle y de pueblo.
Verticalismo: funcionarios afectos a las decisiones imperiales, que solo dan órdenes y no entienden el concepto chavista de que somos servidores del pueblo, y que es el pueblo quien manda. Funcionarios que llegan inclusive a ser despóticos cuando se trata de defender mezquinos espacios de poder.
Funcionarios que gobiernan con los “suyos” y dan a estos poder discrecional para hacer y deshacer. Reyezuelos con todo y sus cortes.
Ineficiencia: funcionarios que no solo no hacen bien su trabajo, sino que además desoyen las críticas y hasta las criminalizan. Funcionarios que parecieran estar rodeados de saboteadores y ni cuenta se dan.
Ahí está el caso de la CANTV, señalado por nosotros debido al maltrato que sufrimos en torno al servicio ABA, y refrendado ayer por un raramente iracundo Luis Britto García, quien apuntó en su columna de Ultimas Noticias: “CANTV interfiere las comunicaciones de quienes apoyamos el proceso…En el país hay un millón de usuarios de Internet: este delito intenta matar esos votos. Como copropietario de CANTV, pago los sueldos de su personal con tarifas e impuestos y exijo que se respete la Constitución y que funcione”. Para muestra, baste ese botón.
Sectarismo: el chavismo a veces tiende a cocinarse en su propia salsa, como si fuese una secta. Padece de cierta prepotencia que le impide oír al pueblo e identificarse permanentemente con él. Somos sectarios con los consejos comunales, con las organizaciones sociales, con las clases medias, como si el país fuera nuestro y no de todo el pueblo.
A menudo estamos sordos, y así como no oímos al pueblo, tampoco escuchamos las peligrosas señales que nos envía la realidad.
La crítica y autocrítica de nuestros errores no puede ser el monopolio de unos pocos que vivimos constantemente en eso, sino una práctica generalizada y abierta. De aquí a septiembre tenemos un compromiso ineludible y debemos concentrarnos en obtener una gran victoria electoral. Pero de allí en adelante debemos desatar en el país un gran debate, descarnado, público, democrático, tolerante, para un ejercicio colectivo de la crítica y autocrítica de las fallas y errores.
Al frente de ese debate debe ponerse el PSUV y a ello deben prestarse sin complejos los medios de comunicación públicos (¿estaré soñando?). Compartimos la idea de que la adulancia no es lealtad, ni el silencio es revolucionario. Abramos paso a la ruptura de la rutina y a la eclosión de la creatividad. No permitamos que los multiplicados enemigos se alimenten de nuestra pasividad.
– El autor es analista de asuntos políticos.
* Fuente: Sur y Sur
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