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Perú: la incógnita Ollanta

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Ollanta Humala ganó la primera ronda electoral peruana. ¿Qué hay detrás de él y qué chances tiene de llegar a la presidencia? En esta nota analizaremos el fenómeno que está detrás de él de la manera más objetiva y desapasionada posible.
 
Ollanta y Antauro Humala se hicieron conocidos cuando a fines del 2000 se sublevaron en Locumba (Tacna) contra Fujimori. Mientras ellos proclaman que dicho levantamiento minó la subordinación de las FFAA a un régimen que se creó en 1990, algunos de sus contrincantes, como Jaime Salinas, le acusan de haber sido una pantalla que usó Montesinos para distraer su fuga.
 
Luego los Humala fueron amnistiados. Ollanta fue a un ‘exilio dorado’ como agregado militar en el exterior y su hermano Antauro se dedicó a organizar junto a su familia el partido etno-cacerista cuyo periódico se llamaba ‘Ollanta’.
 
El etno-cacerismo plantea un nacionalismo étnico (donde el Perú debe ser reconstituido bajo la hegemonía de la raza cobriza) y reivindica al General Cáceres, quien lideró la resistencia contra Chile post-1879.
 
Los etno-caceristas andan uniformados, se conciben como una fuerza vertical y militarizada (se auto-denominan ‘reservistas’), tienen un discurso muy nacionalista y belicoso ante Chile, son hostiles a las comunidades de descendientes de inmigrantes por no asimilarse, plantean fusilar a homosexuales, corruptos y varios líderes nacionales y usan símbolos que tienen cierta semejanza con los empleados antes por Hitler y Mussolini. El propio Antauro abiertamente ha mostrado animadversión por los judíos y simpatías por jerarcas nazis.
 
Mientras el fascismo europeo se forjó para aplastar a los socialistas y a los sindicatos, y para expandir a sus imperios, el etno-cacerismo busca unirse a la izquierda y sostiene que su meta es descolonizar al Perú. Ulises y Antauro Humala fueron candidatos de Avanza País, un Partido Socialista que reivindica al pro-maoísta Alfonso Barrantes (ex alcalde de Lima en 1986-89). Antauro plantea la liberación de todos los presos senderistas afirmando que el Perú hubiese estado mejor con una revolución maoísta antes que con su actual ‘democracia criolla’.
 
Cuando a fines del 2004 el comandante Ollanta fue dado de baja en las FFAA, su hermano Antauro a inicios del 2005 se levantó en Andahuaylas, en la sierra sud-central peruana, para luego acabar rindiéndose junto a unos 200 a 300 reservistas suyos.
 
Poco después Ollanta y su esposa Nadine retornaron al Perú desde Corea del Sur donde ambos empezaron a deslindarse del ‘Andahuaylazo’. Ollanta proclamaba que él es nacionalista y no ‘etno-cacerista’, pues él abraza la vía constitucional y electoral (y no la violenta) para llegar al poder y él quiere una nueva república peruana y no reconstruir al Tawantisuyo incaico como su hermano.
 
El funda el Partido Nacionalista Peruano en el cual reivindica tanto al General Juan Velasco (quien gobernó al Perú en 1968-75), a Haya de la Torre (fundador del APRA socialdemócrata) y a Juan Carlos Mariátegui (fundador del leninismo peruano). Mientras Velasco estatizó el petróleo, el cobre, el acero, la prensa y varios sectores estratégicos e hizo una reforma agraria, Ollanta sostiene que él lo que quiere es ampliar la presencia del Estado y los capitales nacionales en ciertas empresas (pero no tomarlas). No habla de reforma agraria y cree que Velasco hizo mal en expropiar a la prensa, pues él mantendría a todos los actuales propietarios de medios. 
 
A inicios del 2006 Ollanta viajó a Caracas donde él recibió abiertamente la venia de Hugo Chávez y Evo Morales. Sin embargo, Ollanta, a diferencia de ellos, no se reclama socialista, elude tildarse de izquierdista, no cultiva mayores lazos con Cuba y busca mantener una buena relación con EEUU e Israel. él prefiere decir que es parte de una onda ‘progresista’ que es aún mayor y en la que incluye a Lula, Bachelet y Kirchner.
 
Medio año antes de los comicios del 9 de Abril Ollanta estaba asociándose al Frente Amplio que impulsaban los Partidos Comunistas ‘Patria Roja’ (pro-China) y ‘Unidad’ (pro-Cuba), quienes están en proceso de reunificación y lideran a la central sindical (CGTP).
 
Sin embargo, Ollanta se fue demarcando de éstos en la medida que fue trepando en las encuestas y buscando moderar y ampliar su convocatoria. Ollanta sostenía que su nuevo partido estaba abierto a empresarios y derechistas que sean nacionalistas.
 
El repentino crecimiento de Ollanta en las encuestas estaba ligado a un giro internacional que se daba en el continente y al impacto del avance de Evo Morales en Bolivia. Un amplio sector de la población peruana buscaba salir del monetarismo en boga desde 1990 e ir hacia un discurso ‘anti-imperialista’ tipo Morales o Chávez.
 
Al igual que el ganador de las presidenciales bolivianas Humala planteaba ir hacia una nueva asamblea constituyente, defender a los indígenas, legalizar la coca, oponerse al TLC y a la Convención del mar  y acrecentar el control del Estado sobre los recursos naturales. A diferencia de Morales, Humala nunca participó en el movimiento sindical.
 
La propia izquierda desconfiaba de Humala. Creen que él violó derechos humanos al comandar la base contrasubversiva de Madre Mía y acusan a su primer vicepresidente de haber trabajado para Montesinos.
 
Dentro de la derecha existen distintas percepciones de cómo lidiar ante Humala. Algunos creen que es un ‘fascista’ o nuevo Velasco y una antítesis del liberalismo económico y político, para lo cual urge un frente entre todos sus rivales para detenerlo. Para otros Humala, al igual que el ecuatoriano Lucio Gutiérrez, podría ser ‘domesticado’ para lo cual se requiere hacerle puentes.
 
Humala ha roto con sus dos bases militantes que le apoyaron (los partidos comunistas y los reservistas ‘etno-caceristas’) y se ha rodeado de empresarios y profesionales que propugnan un capitalismo nacionalista con una democracia multipartidaria.
 
Humala ha obtenido un 26% de los votos emitidos (31% de los votos válidos) que lo convierten en el candidato que ha ganado una elección presidencial con el menor porcentaje en la historia peruana. Seis puntos tras él ha quedado el socialdemócrata García quien por décimas está descalificando a la socialcristiana Flores. Otras tres candidaturas estuvieron por debajo o por encima del 5%: la fujimorista Alianza por el Futuro, el Frente de Centro de Valentín Paniagua (expresidente 2001) y Restauración Nacional apuntalada en los evangélicos.
 
Tanto Flores como las otras 3 menores candidaturas se ubican del centro a la derecha y son pro-TLC. Programáticamente todos éstos son más afines a García que a Humala. Esto restringe la posibilidad que Humala pueda crear una alianza con estos sectores, a menos que haga nuevas concesiones políticas.
 
Humala tiene dos posibles alternativas. Una es tratar de ‘ganar como sea’ buscando transacciones programáticas y alianzas con ‘partidos tradicionales’. En la medida que esto último no parece muy viable y ante la necesidad de buscar calar en el 16% que votó blanco y nulo, Humala podría optar por la otra salida de crear un movimiento de masas bajo su propio perfil.
 
A Humala mucho se le compara con Chávez, pero el otro militar andino que se hizo popular tras comandar un golpe nacionalista y moralizador contra un gobierno constitucional es el ecuatoriano Lucio Gutiérrez.
 
Desde el punto de vista de la velocidad de su ascenso al poder Gutiérrez aventajó a Chávez.
A dos años de haberse sublevado en el 2000 Lucio ganó las presidenciales. En la primera ronda obtuvo un 20% (casi 10 puntos menos que Humala) para luego ganar en el balotaje con el 54%.
 
Gutiérrez así como rápido subió rápido cayó. Su partido, al igual que hoy lo es el de Humala, recién se había creado, era difuso, heterogéneo, improvisado y con una bancada minoritaria. Cuando llegó a la presidencia no pudo gobernar con los movimientos izquierdistas e indígenas con quienes se alió y terminó asociándose a la centroderecha socialcristiana. Lucio aceptó mantener la base norteamericana en Manta, el Plan Colombia y que el dólar sea la moneda nacional, todo ello tabú en la izquierda. Tras haber enajenado a su inicial base social y luego ser abandonado por sus nuevos socios conservadores, él quedó sin piso y desplazado por el levantamiento de los ‘forajidos’.
 
Durante su campaña Humala advirtió que un gobierno de Flores al querer persistir en aplicar un ‘neo-liberalismo’ que choca con la población podría acabar no durando un año ante la embestida popular. Mas, si Ollanta gana a la Lucio, él también podría no culminar su mandato. Para evitar ello podría hacer una alianza con el APRA o la derecha, sobrevivir como un nuevo Toledo (moviéndose hacia la derecha y perdiendo apoyo popular) o gobernar con dureza apoyado en las FFAA.  
 
Dentro de las fuerzas pro-libre mercado la candidatura de García les representa una opción más potable. A inicios de su primera presidencia (1985-90) García adoptó economías keynesianas, puso un límite al pago de la deuda externa y luego nacionalizó la banca. Hoy, él dice que ha evolucionado junto a la coyuntura internacional. En Perú la izquierda, los sindicatos y la guerrilla ya no son un fuerte factor de presión y el ‘bloque socialista’ se desmoronó.
 
García rechaza la Convención del Mar, plantea restituir derechos laborales y se reclama de ‘izquierda democrática’, pero él acepta el libre comercio y un modelo económico tipo Chile o Brasil. Es por eso posible que García arrastre el apoyo de los ‘partidos tradicionales’, aunque, sin embargo, muchos de sus electores se nieguen a votar por él a quien ven como sinónimo de hiper-inflación y demagogia.
 
Los votos blancos y nulos, que llegaron a ser más de dos dos millones, todo un record en Perú, podrían ampliarse en la segunda vuelta. Algunos sectores de la derecha dura podrían impulsar ello como protesta ante tener que optar entre dos ‘centroizquierdistas’, pero el grueso de éstos provendrá de sectores que desconfían del actual sistema.
 
La izquierda peruana que fue fuerte en los ochentas podría escoger entre votar por Humala tal como antes votaron por Fujimori  en 1990 y luego por Toledo en 2000 y 2001 creyendo que es un ‘mal menor’, o entre preferir evitar quedar ensuciada con él y animar un fuerte voto castigo contra García y Humala, en cuyo movimiento los marxistas peruanos podrían querer reconstituirse.
 
Humala aún podría dar una sorpresa y ganar en la segunda vuelta, aunque él sacó menos votos que lo que inicialmente había espectado, mientras que el APRA está en alza. La socialdemocracia acaba de ganar en Chile y Costa Rica y tiende a ser re-electa en Brasil. En Perú cuenta con el mejor aparato partidario y seguramente contará en el balotaje con el apoyo de casi toda la media. El fenómeno Humala que casi saca a García de carrera bien puede haberse convertido en el instrumento que use García para sacar a la derecha del balotaje y terminar haciendo que ésta vote por él.
 
Si bien en Sudamérica es usual que quienes ganan en la primera vuelta también lleguen a la presidencia, esto no ha pasado en el primer balotaje que ha tenido Perú (1990) y puede que no pase con el último (2006).  Mientras muchos creen que Humala ya es fijo en la presidencia creemos que el futuro no es cierto y que depende mucho de diversos cambios internacionales y nacionales. Por el momento nos animamos a intuir que García es quien navega con más viento en su favor.
 Analista internacional
www.bigio.org

(*) Isaac Bigio es el comentarista político peruano más publicado. Desde Septiembre tiene a su hijo mayor José Bigio raptado en Lima.
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