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Sebastián Piñera y el panfleto a lo Bolsonaro

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04/06/2019
Como es ya tradicional, cada año los mandatarios chilenos, suelen entregar su cuenta pública ante el Parlamento de la nación, en donde se suelen destacar los avances alcanzados en la gestión de gobierno y los proyectos a futuro de cada una de las administraciones gubernamentales.

Lo cierto es que casi después de dos años de gobierno de los herederos del pinochetismo (Chile Vamos), el presidente chileno, cuya popularidad se encuentra cuestionada por las encuestas de opinión, en esta oportunidad y en lo que va corrido de mandato presidencial, no ha logrado mostrar ninguna realización concreta, relevante y que pueda ser valorizada por el pueblo chileno, la que además ha sido catalogada como demagógica y populista, discurso típico en las agrupaciones política de centro derecha.

En la cuenta pública del mandatario chileno, no hubo ninguna mención a los problemas reales y más acuciantes que viven los chilenos como las pensiones miserables, los salarios de sobrevivencia, la pobreza, la pobreza encubiertas de estratos sociales medios bajos, la inseguridad ciudadana creada por el modelo económico neoliberal, las carencias existente en los servicios de salud pública, el problema creciente de la falta de  viviendas, la corrupción política y empresarial, los problemas aún existentes en materia de educación y lo relativo a los problemas ecológicos medio ambientales que se están agudizando en el país, todos temas más que relevantes y que si preocupan a los chilenos.

En materia económica el gobierno de los “mejores” dejo entrever una vez más su incompetencia e incapacidad a lo Macri, para resolver los problemas del crecimiento económico del país, que está a la baja (1,6% del primer trimestre), lo que significa que los “tiempos mejores” prometidos por la derecha pinochetista, no se pondrán cumplir. Ahora el mandatario chileno ante la desaceleración económica que vive el país y como una forma de disculparse o refugiarse los atribuye a los factores externos de la economía mundial, a los inversores que no llegan, expresando que se están viviendo tiempos difíciles, pero sin expresar cuales son todas las carencias de su gobierno y las soluciones a seguir dejando prácticamente todo al espontaneísmo económico del sistema neoliberal. En este sentido no existe ninguna diferencia entre un gobernante como Bolsonaro (Brasil) que reconoce no saber nada de economía y un especulador financiero como el mandatario chileno, que gobierna para sí mismo, su familia y los secuaces de su círculo empresarial más cercano.

El imputado, mediocre y corrupto mandatario chileno, en esta oportunidad manifestó su preocupación por la carencias de la calidad de la seudo democracia chilena. Sin embargo, se excusó de manifestar que lo que necesita Chile, es una nueva Constitución representativa de todos los sectores de la vida nacional y que surja a partir de la participación de todos sus ciudadanos en su proceso de elaboración, para luego ser ratificada en un referéndum, pues recordemos que el actual engendro constitucional fraudulento, es el heredado de la dictadura y que no representa la soberanía real de los chilenos sobre su destino como nación.

El Sr. Piñera también ha hecho alusión a la crisis que vive la política, los partidos políticos y sus respectivos líderes, del cual los chilenos se sienten profundamente distanciados y descontentos. Pero el mandatario chileno, no dice que la actual situación de desprestigio que vive la política ha sido creada por la propia elite política y los medios de prensa que están a su servicio. Todo esto además, producto de los actos ilícitos y de corrupción en los cuales se encuentra involucrada una parte de la autodenominada clase política, esencialmente de centro derecha y que los chilenos ven con pavor y desencanto, puesto que esta no es castigada duramente. De allí viene esto de que “todos los políticos son iguales”, vale decir unos mafiosos y corruptos, en la cual el presidente Piñera por su currículo ocuparía uno de los primeros lugares.

Lo cierto es que en el fondo de toda esta situación de deterioro de la política y su desprestigio ante el común de los chilenos, tiene mucho que ver con el marco legal y el modelo económico heredado del régimen militar, cuyos hechos así lo demuestran, con instituciones altamente desprestigiadas como los Tribunales de Justicia, las FF.AA., la Iglesia Católica y Evangélica, el Parlamento Nacional, las autoridades de gobierno, la policía nacional. Todo esto íntimamente relacionado con la corrupción, los abusos de poder, el acoso sexual, la pedofilia, en cuanto a moralidad y conducta existente en las diversas instituciones nacionales, que no es otra cosa que el proceso de putrefacción en que se encuentran las instituciones, por obra y gracia del neoliberalismo económico, como político.

De allí que el mandatario chileno, llame a renovar la confianza ciudadana, a través de un gran acuerdo nacional, amplio, transversal, para recuperar la estimación de los chilenos con la política. Pero se puede recuperar la confianza con un presidente que se encuentra ya altamente cuestionado por el ciudadano de a pie?, el que es asociado precisamente con la corrupción desde hace ya bastante tiempo.

Los ofertones del jefe de gobierno del pinochetismo han sido variados, en donde resalta la demagogia, el populismo y el panfletarismo, puesto que en su cuenta pública no tenía nada concreto que mostrar, de allí que ofreció un tren rápido entre las ciudades de Santiago a Valparaíso, la presunta construcción de un Metro en la ciudad de Concepción, así como un nuevo aeropuerto para un sector más exclusivo de la población, además del cuento de siempre, como una reforma previsional y tributaria en beneficio de las mafias empresariales coludidas y corruptas. También ofreció una baja en la cuota parlamentaria o volver al binominal, así como reducir sus dietas, cuestión que no comparten en su propia coalición (Chile Vamos) o sea, un acto circense en toda la línea, pero de soluciones reales y efectivas nada como suelen decir los chilenos “más de lo mismo” en la cuenta presidencial. Lo que refleja que el sistema autoritario presidencialista está agotado y que Chile requiere de un parlamento unicameral moderno y de nuevo tipo.

Pero Pinocho Piñera no se quedó en chicas, pues también ofreció estabilidad laboral en la clase media (profesionales-técnicos-medianos empresarios), disminuir la taza de desempleos en el país que bordea el 7% oficial, pero no se habla del subempleo o del trabajador por cuenta propia, manteniendo una línea que siempre favorece a los empresarios. También propuso aumentar la cobertura a la ya deteriorada educación superior de un 60% a un 80%, para beneficio de las universidades privadas que lucran con la enseñanza profesional, aumentar el monto del pilar solidario en un 20% e incluso reducir a la mitad la dieta de los honorables señores parlamentarios y también a los altos mandos corruptos de las FF.AA., de manera de disminuir sus privilegios con el fin de destinar estos recursos, nótese, a la pobrecita clase media del país, esa que tiene trabajo, que come todos los días, que tiene una buena vivienda, que viaja una vez al año fuera de Chile, que tiene su casita en la playa o una parcelita en los alrededores de las grandes ciudades del centro sur del país.

Tampoco el mandatario hizo referencia al crimen del comunero mapuche Camilo Catrillanca, asesinado bajo el imperio de su gobierno (comando jungla) y la violencia de la policía militarizada chilena, o de como buscar soluciones a las demandas ancestrales de los pueblos originarios. Tampoco dijo nada acerca de los problemas sin solución ante la contaminación ambiental vivida en las localidades de Quintero y Puchuncaví y los diversos problemas que en este sentido se vienen agudizando en el país, sin que exista conciencia ecológica y medio ambiental en el gobierno y en la gran mayoría del mundo parlamentario. Nada dijo Piñera ante las diversas demandas de las organizaciones femeninas y de la diversidad de género, de allí que su cuenta anual no ha sido nada más que un panfleto propagandístico propio de un Bolsonaro, para tratar de subir en las encuestas y así darle continuidad a un próximo y nuevo gobierno de los herederos del pinochetismo.

Nada dijo el Bolsonaro chileno, de la necesidad de invertir más en ciencia, tecnología, en las diversas expresiones del arte y la cultura, además de todo aquello que está relacionado con la revolución de la informática, la robótica, la inteligencia artificial, en un país que prácticamente no produce productos con valor agregado, lo que refleja el subdesarrollo en que todavía está sumido el país del cono sur latinoamericano.

Finalmente una vez más, los chilenos se han sentido descontentos y frustrado ante tanta demagogia y populismo del mandatario chileno, ese de los “tiempos mejores”. Mientras tanto, permanecen todas las iniquidades que ha generado el modelo económico de la dictadura, que tiene al 73% de los chilenos altamente endeudados para poder acceder a los créditos de consumo, una creciente desigualdad social y una brecha cada vez más grande entre unos pocos ricos (3%) que ya controlan casi el 50% del PIB y la gran mayoría que vive de salarios de sobrevivencia y viviendo del “fiado”.

-El autor, Eduardo Andrade Bone, es Comunicador Social, Analista Político y Corresponsal de prensa AIP

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