La Cara Oculta del Capitalismo Transnacional
por Jorge Molina Araneda (Chile)
5 años atrás 4 min lectura
19 de noviembre de 2018
¿Cumplen las empresas transnacionales solamente un rol económico o ejercen un poderoso influjo sobre la esfera pública de los Estados? Observemos el siglo XX:
-“La masacre de las bananeras” (de ese modo se la conoce en Colombia), perpetrada en 1928 por la compañía estadounidense United Fruit Company. Desde entonces la multinacional, hoy Chiquita Brands, acumula denuncias por acaparamiento de tierras, uso esclavista de la mano de obra, soborno y corrupción política. Asimismo, la “bananera” participó en la defenestración del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz, en 1954. En septiembre de 2007 la empresa tuvo que afrontar una multa de 25 millones de dólares en Estados Unidos por financiar a paramilitares colombianos.
-La Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935) tuvo como catalizador los intereses de las petroleras Standard Oil Company (actualmente Chevron-Texaco y Exxon Mobil) y Royal Dutch Shell.
-El holocausto judío (1941-1945) contó con la complicidad de corporaciones alemanas como: Krupp, Siemens, BMW y Wolkswagen, entre otras y las estadounidenses Ford y General Motors.
-Conocida es la actuación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la International Telephone and Telegraph (ITT) en el derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 en Chile.
-En la larga guerra civil de Angola (1975-2002), una parte de los beneficios de las petroleras -BP, Exxon Mobil- se dedicaba a financiar la compra de armas.
-En la década de 1970, Peugeot, Ford y Mercedes Benz se beneficiaron de la persecución de militantes de los sindicatos por la dictadura argentina.
-Nestlé fue objeto de denuncias por el fomento de la leche en polvo como sustituto de la leche materna en África, lo que desencadenó efectos negativos en la salud y la seguridad alimentaria de dicho continente.
Por otra parte, Stefania Vitali, James Glattfelder y Stefano Battiston, investigadores de la Universidad de Zürich, publicaron en 2011, The Network of Global Corporate Control, en la revista científica PlosOne.org. En la presentación del estudio, los autores escribieron: “La estructura de la red de control de las empresas transnacionales afecta la competencia del mercado mundial y la estabilidad financiera”.
Asimismo, el estudio prueba que un pequeño grupo de compañías -principalmente bancos- ejerce un poder enorme sobre la economía global. El trabajo examinó un total de 43.060 corporaciones transnacionales, la telaraña de la propiedad entre ellas y estableció un mapa de 1.318 empresas como corazón de la economía global.
La investigación encontró que 147 empresas desarrollaron en su interior una “súper entidad”, controladora del 40 por ciento de su riqueza. Todas poseen parte o la totalidad de una y otra. La mayoría son bancos como Barclays, Deutsche Bank y Goldman Sachs.
De acuerdo a Tim Koechlin en su ensayo Los ricos se hacen más ricos: El neoliberalismo y la desigualdad galopante (2012):
“El club de las personas más ricas del mundo agrupa a 40 millones de adultos. De ellos, 6.000 individuos, una millonésima parte de la población mundial, posee la mayor parte de la riqueza del planeta. En los últimos treinta años este selecto club ha visto incrementada su riqueza en un 275%. El resultado es abrumador: el 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”.
Lo anterior es refrendado por Karen Hudes, abogada de Yale que trabajó en el departamento jurídico del Banco Mundial durante 20 años. En calidad de asesora jurídica superior, tuvo suficiente información para obtener una visión global de cómo la élite domina al mundo.
De acuerdo con la especialista, las élites globales no sólo controlan estas megacorporaciones, también dominan las organizaciones no elegidas y que no rinden cuentas, pero sí controlan las finanzas de casi todas las naciones del planeta. Se trata del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los bancos centrales, como la Reserva Federal estadounidense, que controlan toda la emisión de dinero y su circulación internacional.
La cúspide de este sistema es el Banco de Pagos Internacionales (BPI), es decir, el banco central de los bancos centrales, quien controla secretamente la emisión de dinero del mundo entero. Está ubicado en Basilea, Suiza, pero tiene sucursales en Hong Kong y en Ciudad de México. Es esencialmente un banco central no electo del mundo que tiene completa inmunidad en materia de impuestos y leyes internacionales. Hoy, 58 bancos centrales a nivel mundial pertenecen al BPI, y tiene mucho más poder en la economía de los Estados Unidos (o en la economía de cualquier otro país) que cualquier político. Cada dos meses, los banqueros centrales se reúnen en Basilea para otra ‘Cumbre de Economía Mundial’.
Según la abogada Hudes:
“Quieren que seamos todos esclavos de la deuda, quieren ver a todos nuestros Gobiernos esclavos de la deuda, y quieren que todos nuestros políticos sean adictos a las gigantes contribuciones financieras que ellos canalizan en sus campañas. Como la élite también es dueña de todos los medios de información principales, esos medios nunca revelarán el secreto de que hay algo fundamentalmente errado en la manera en que funciona nuestro sistema”.
Luego, obtén un trabajo, trabaja, sigue la moda, internaliza los mensajes de la publicidad, obedece ciegamente el ordenamiento jurídico, paga tus impuestos y, finalmente, grita que «eres libre».
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