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Chile: Lucha de clases al interior de la DC

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Ningún partido político es neutro; ningún partido o movimiento se organiza por el solo interés de hacerlo. Menos aún, si su objetivo es incorporarse a la escena política de la nación. Todo partido representa y defiende, siempre, en ese campo, algún interés de clase o fracción de clase; en consecuencia, sus conflictos internos y eventuales cismas o rupturas no obedecen sino a la sórdida lucha que libran en su interior, y en defensa de lo suyo, tales clases o fracciones de clase. No existe, por tanto, nada más erróneo que situar como ‘causas’ de aquellos los sucesos que comenta la prensa y los boletines noticiosos. Las guerras no se desatan porque una princesa engañó a su marido con su guardaespaldas ni porque un gobernante se molesta con un periodista. La clasificación de las causas  que nos enseña Aristóteles (eficiente, formal, material y final) puede ayudar a entender ese aparente contrasentido; y a adentrarnos en el discutido mundo de la lucha de clases.

Porque, en los análisis que se acostumbra a hacer en Chile, persiste la obra intelectual de la dictadura que declara no solamente obsoletas las ideas de algunos pensadores sino completamente erradas. Una de ellas es la ‘lucha de clases’, rechazada como una de las peores blasfemias de las que se tiene razón en la historia de la humanidad. Pero la lucha de clases nos ayuda a entender esos conflictos. Es más: nos parece que es la única manera de entender lo que sucede al interior de las organizaciones partidarias. Como, por ejemplo, a entender lo que sucede en el PDC.

 

UN POCO DE HISTORIA

En 1957, cuando el PDC nació a la vida, uniéndose para ello la Falange Nacional FN, el partido Conservador Social Cristiano PCSC y el partido Agrario Laborista PAL, no lo hizo porque sí. Aunque la conducción hegemónica de la nueva organización quedó en manos de la militancia falangista, digamos, en principio, que no se organizó para representar los intereses de los trabajadores que, en esa época, se encontraban ya representados por el partido Comunista PC y el partido Socialista PS. Lo hizo para luchar por la sociedad chilena, considerada como un todo, como si ésta fuera una masa amorfa a la vez que homogénea, sin contradicciones internas, sin conflictos subterráneos, una sociedad solamente de chilenos, unidos por la bandera, el idioma, el territorio, una canción nacional y un escudo.

Al igual que el PC y el PS, que pretendían cambiar la sociedad capitalista por una socialista, también el PDC manifestó su deseo de cambiar la sociedad, pero no por una que tuviese como base el ‘marxismo’ —filosofía que consideraba atea y, por lo mismo, perversa—,   por otra que, aun cuando provenía de los países socialistas (la Yugoslavia de Josip Broz Tito) denominó ‘comunitaria’[1]. Por eso, en una parte de los estatutos que redactara pocos años después de su constitución, señalaba dicho movimiento que su objetivo era crear

“[…] una organización política popular, no confesional, de inspiración cristiana, que por los medios democráticos lucha por implantar una sociedad comunitaria en la que imperen la libertad y la justicia y que en el plano internacional promueve la paz y cooperación entre todas las naciones y la unidad de los pueblos latinoamericanos”[2]

Dos años más tarde, repetiría que su objetivo no era sino

“[…] instaurar un régimen político, económico y social, en el cual el hombre alcance la plenitud de sus derechos humanos y sociales. La Democracia Cristiana aspira a sustituir el sistema capitalista por otro carácter comunitario”[3].

Sin embargo, esa sociedad comunitaria jamás sería construida. Y era que para hacerlo se necesitaba pensar de manera diferente, construir una arquitectura social alternativa al sistema capitalista con una forma de gobierno que permitiese el control del gobierno por los propios gobernados. No la democracia con su sistema de partidos, de separación de ‘poderes’, ejercicio permanente del derecho a sufragio y existencia de elecciones periódicas. Y, sin embargo, desde la creación de la Falange Nacional, venía sosteniendo ese partido que era

“[…] un movimiento político que lucha por instaurar en Chile una Democracia verdaderamente humana, en que imperen la libertad y la justicia. Para lograr este fin da expresión popular a una política de inspiración cristiana […]”[4]

Aunque el PDC tenía ideas contrarias a una central única sindical, permitió que los trabajadores (empleados y obreros), militantes de ese partido de ideas cristianas y que abjuraban de ese ‘comunismo’ ateo y perverso propiciado por el PC,  participaran en la organización de la Central Única de Trabajadores de Chile CUTCH. Eso duró hasta el advenimiento del Gobierno de Salvador Allende en donde, a pesar de seguir participando en la CUT, dio vida y continuidad al Frente Unitario de Trabajadores FUT. Con posterioridad al golpe, el retroceso en sus concepciones fue evidente propiciando la organización de centrales ideológicas, a la manera que lo señalara en su época el sacerdote jesuita Alberto Hurtado[5]. Pero el sector sindical, liderado por Manuel Bustos y Rodolfo Seguel, más tolerante y con grandes ambiciones políticas, dio paso a que la mayoría de los dirigentes sindicales demócratacristianos trabajasen durante la dictadura junto a dirigentes sindicales de otros partidos tanto en la Coordinadora Nacional Sindical CNS como en el Comando Nacional de Trabajadores CNT;  sin embargo, jamás se permitió que la conducción hegemónica de las organizaciones sindicales estuviese a cargo de dirigentes provenientes de otros partidos sino de la DC.

El PDC también estaba (y está) formado por profesionales, técnicos y empresarios. Esa extraña mezcla de sectores provenientes de diversos estratos sociales le ha pasado la cuenta en los años posteriores, luego de ese gobierno que, se aseveraba, duraría por lo menos treinta años.

 

REPRESENTACIÓN POLÍTICA DEL PDC

El PDC se organizó para representar los intereses de los sectores empresariales dañados por la política impulsada por el PR que, en esos años, ya no industrializaba el país sino favorecía abiertamente los procesos de concentración y centralización de capital, provocando grandes bolsones de pobreza; pero, además, para reemplazar a un vasto sector de burócratas que se había enquistado en los cargos de gobierno, y empresas y servicios del Estado. La Democracia Cristiana DC, como también comenzó a llamársela, propuso como alternativa al capitalismo y al comunismo, una sociedad comunitaria basada en el desarrollo de la pequeña y mediana empresa a la vez que el fomento del cooperativismo como alternativa a las empresas capitalistas.

Los años no transcurren en vano. La DC no pudo cumplir su sueño de establecer la sociedad comunitaria.  La industrialización freísta provocó nuevas y sucesivas contradicciones sociales, acelerándose el proceso de concentración y centralización de capital. La reforma agraria, la promoción popular y la organización sindical, que fueron promovidas por la DC, desataron expectativas que esa organización política se vio imposibilitada de cumplir. Las cooperativas se transformaron en gigantescas empresas capitalistas y las personas que debían encabezar el proceso de transformación social, en lugar de hacerlo, se enquistaron en los cargos del Estado constituyéndose en un nuevo estamento que, simplemente, relevaba al anterior. La represión a los sectores populares comenzó y, como respuesta, la población dio el triunfo en las elecciones de 1970 a Salvador Allende.

 

ESTRUCTURA DE CLASES AL INTERIOR DE LA DC

El estudio de las clases sociales nos conduce a su determinación estructural, en primer lugar. Por eso se distingue entre compradores y vendedores de fuerza de trabajo; en ese sentido se distinguen, también, las fracciones que las componen y que dependen, en primera instancia, de la rotación del capital en donde es posible distinguir a los sectores industrial, comercial y bancario; también se puede distinguir fracciones de clase según el volumen de su capital y si son nacionales o internacionales, en fin.

Las clases no actúan por sí mismas dentro del sistema capitalista sino lo hacen representadas por actores que se desplazan por la escena política nacional, actores que, en su práctica política, determinan la clase o fracción de clase a la que representan y que pueden ser personas individuales (ministros, subsecretarios, parlamentarios, presidentes de partidos o del país, etc.) o colectivas (partidos, movimientos, alianzas, etc.). En consecuencia, las clases sociales no se definen estructuralmente sino, como nos lo enseña Poulantzas, en la práctica política. Tomemos el ejemplo del partido cuyo comportamiento examinamos; nos servirá para adentrarnos en su composición de clase.

Sabemos que la DC se organizó para cambiar el sistema capitalista por otro que, manteniendo algunos elementos claves del mismo, iría a sustituirlo: la sociedad comunitaria o, como le gustaba llamarla a quienes eran falangistas, el ‘socialismo comunitario’. Ese era y es, actualmente, su discurso político, su aspiración; pero no siempre lo que se predica se practica, la realidad hace ilusorios los mensajes a la ciudadanía. En los hechos (práctica política) la DC ha preferido defender los intereses de las clases y fracciones de clase dominantes haciendo tabla rasa de su discurso. Y en esa dirección, también ha ejercido permanentemente como arma política la defensa corporativa de sus miembros. No es extraño que lo haya hecho y lo siga haciendo.

Y es que hoy, la militancia DC está integrada por grandes, medianos y pequeños empresarios (con su séquito de administradores y factores de comercio que los subrogan en la labor de extraer plusvalor a sus trabajadores), por profesionales, funcionarios públicos y empleados particulares (que el común de la gente acostumbra a llamar ‘clase media) y por obreros, dueñas de casa, artesanos y vendedores ambulantes (‘emprendedores’, de acuerdo a la terminología actual) y algunos pobladores (que son los cesantes de los sectores periféricos).

Sin embargo, la gran masa que compone el partido Demócrata Cristiano PDC  o Democracia Cristiana DC está conformada por el segundo segmento que hemos indicado, es decir, profesionales, funcionarios públicos y empleados particulares que, siendo —en estricta teoría—segmentos de la clase de los vendedores de fuerza o capacidad de trabajo, han hecho suyas las propuestas de la dirección nacional por las razones que se verán más adelante. En otras palabras, personas que, en su práctica política, se han identificado con los sectores representativos de las clases y fracciones de clase dominantes.

La dirección del partido también está compuesta mayoritariamente por un sector de funcionarios públicos (diputados, senadores, ministros, subsecretarios, jefes de servicios públicos, etc. que también, en estricta teoría, son vendedores de fuerza o capacidad de trabajo) y por representantes naturales del capital (administradores de empresas e instituciones afines, factores de comercio y personas directamente vinculadas al comercio, las finanzas o a la industria como lo es el ex presidente Eduardo Frei-Ruiz Tagle). Hasta hace un tiempo atrás, uno de sus vicepresidentes (Walter Ramón Oliva Munizaga) era uno de los empresarios más representativos en la ‘industria’ de la educación pues poseía numerosas escuelas; hoy, sigue siendo un empresario educacional, al igual que lo son Mariana Aylwin, hija del ex presidente Patricio Aylwin, y la ex ministra de Educación Mónica Jiménez. No ha sido casualidad que el partido se haya visto envuelto en escándalos financieros pues parte de su dirigencia estaba íntimamente relacionada con el mundo de la empresa y del soborno, como sucede con la empresa SQM, propiedad de quien fuera yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, y a la que se encuentran vinculados los diputados Gabriel Silber y Ricardo Rincón. Sin embargo, el caso más emblemático es el del diputado Iván Fuentes quien fuera financiado por una de las empresas pesqueras con las que tenía contacto el diputado Patricio Walker. Tampoco debemos olvidar que uno de los hombres de negocios más exitosos en Chile ha sido Anacleto Angelini, estrechamente vinculado a la Democracia Cristiana, así como también su hijo que le sigue los pasos, además de Jorge Awad (ex presidente de la Asociación de Bancos) que continúa militando en ese partido.

El estamento demócrata cristiano de funcionarios públicos —al igual que el de otros partidos de la mal llamada ‘izquierda’— se ha desarrollado fuertemente al amparo del modelo económico dictatorial (por lo demás, creación de los propios economistas demócrata cristianos). Dicho estamento constituye, a no dudarlo, una nueva ‘fracción de la clase dominante’. Una fracción que nace y se desarrolla al amparo del capital, fundamentalmente, en los segmentos económicos en donde no hay creación de plusvalor sino transferencia del mismo, que es en la banca, el comercio y los servicios. Especialmente, en esta última área que es la que abarcan los servicios del Estado. Nos referimos a lo que varios autores denominan ‘burocracia estatal’, que Poulantzas llama ‘élite’ y que se desarrolla espectacularmente bajo la forma de acumular conocida bajo el nombre de ‘economía social de mercado’. Implica la sacralización del parasitismo empresarial; por antonomasia, también lo hace con el parasitismo estatal.

En efecto, desde el año 1970, año en que la Unidad Popular ocupó los cargos que habían desempeñado los militantes de la DC, la ‘burguesía estatal’ demócrata cristiana se ha mantenido viva; y ha establecido sólidos lazos con la que ha emergido en los otros partidos de la Concertación y de Nueva Mayoría. No es casualidad la vinculación de la DC con la empresa ‘Imaginacción’ del lobbysta Enrique Correa. Dicha vinculación se ejerce, especialmente, con el sector proveniente de lo que fue MAPU (hoy PPD y PS) e Izquierda Cristiana (hoy Izquierda Ciudadana). Conforman un estamento que se reproduce constantemente y reivindica sus presuntos derechos a participar del botín estatal.

 

QUÉ HA HECHO A LOS SECTORES POPULARES DEMÓCRATA CRISTIANOS ASIMILARSE A LA DIRIGENCIA DC

Los trabajadores demócrata cristianos —que, a no dudar, existen dentro de esa organización política— se encuentran, por regla general, no sólo subordinados a su directiva sino, además, bastante asimilados al sistema vigente y no representan amenaza alguna a la línea política que pretenda fijar esa dirección partidaria. Tampoco esto ocurre por casualidad: gran parte de ellos son funcionarios del Estado y le deben al partido los cargos que desempeñan. Ese grupo constituye un estamento especial, una nueva fracción de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo que se dedica a la administración de los negocios del patrón que, en este caso, es el Estado. Por eso actúan, muchas veces, en contra del interés de los trabajadores. La burguesía estatal actúa de la misma manera que lo hace el administrador de un fundo: reemplazando o subordinando al patrón en su labor, por lo que ha de asimilársele a la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo. Es decir, a la clase dominante en cualquiera de sus fracciones.

La extracción de clase es, también, un factor relevante. Porque gran parte de esos funcionarios públicos es hijo o familiar de militantes demócrata cristianos que han servido no en cualquier cargo sino en los segmentos más altos de la escala de remuneraciones del Estado. Es normal que no quieran perder esos empleos que jamás hubiesen conseguido de no haber actuado de por medio la política. Por eso, defienden el empleo estatal. Y no lo hacen como personas, individualmente consideradas: lo hacen como organización, como lo hace hoy la generalidad de la llamada ‘izquierda’. Hay, por consiguiente, una defensa corporativa de esos intereses.

La defensa del interés de esta ‘burguesía estatal’ es tanto más peligrosa que la defensa de su propio interés que realiza la fracción industrial o comercial de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo, a la que también representa la DC.

Los militantes demócrata cristianos que no forman parte del grupo funcionarios públicos adscritos a los cargos mejor remunerados del aparato estatal también obedecen las directrices de la organización. Pueden ser agrupados bajo la común denominación de ‘creyentes’, es decir, personas que tienen fe en su dirigencia y en la majestad del partido. Ese convencimiento les hace asumir como propia la línea que traza la conducción partidaria (y que creen justa) pues también han hecho suyos los valores que contiene y exalta la nueva forma de acumular: individualismo, competencia, narcisismo, superioridad, etc. Puede decirse que, en gran medida, son agentes del modelo. Y de su partido. Pero hay otras razones, además, que obligan a la militancia a asumir como propia la línea de su dirigencia. Una de ellas dice relación con la teoría de la estrategia.

Hemos afirmado, en otro de nuestros trabajos, que cuando un grupo humano opera de determinado modo, sus formas de actuar se tornan ‘naturales’ para ellos mismos, y exigen de los demás igual comportamiento. Porque es obligación de todo sujeto que actúa dentro de una organización  asimilar su conducta a la de los demás, adaptarse a las formas de ser del conjunto al que pertenece. Lo normal, entonces, pasa a ser esa manera colectiva de comportarse, en tanto lo anormal es toda acción que busca subvertir tales prácticas.

De lo cual puede deducirse que

“Hacer lo que practican los demás pasa a ser, por consiguiente, una estrategia de sobrevivencia que John Maynard Smith, continuando con los estudios realizados por W. D. Hamilton y R. H. Mac Arthur, denominó ‘estrategia evolutivamente estable’ (EEE). Cuando en la realización de esas prácticas se encuentra alegría o placer (o se piensa estar realizándose) el carácter social se ha hecho presente. O, más bien, se ha terminado de construir: el individuo se ha asimilado”[6].

Estos estamentos que, en su práctica política, realizan el interés de las clases y fracciones de clase dominantes instaladas en el Bloque en el Poder, son los que han protagonizado la sucesión de hechos y circunstancias derivadas de los preparativos para las elecciones de 2017.

 

LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES

La DC iba a concurrir a las elecciones primarias que debían realizarse el 2 de julio del presente. Había decidido que su presidenta, la senadora Carolina Goic, representaría a esa organización política en las primarias que ‘Nueva Mayoría’ debería realizar porque, ‘creía’, su contrincante iba a ser el ex presidente Ricardo Lagos, la única persona a quien se suponía con suficiente peso político como para enfrentar al candidato de la oposición Sebastián Piñera. Sin embargo, algo distinto sucedería en esos meses.

La DC es una de las tantas organizaciones que no ‘cree’ en la lucha de clases; mucho menos intentaría emplear ese concepto para sus análisis. Al contrario, le parece que las disputas que se dan en el plano político son causadas solamente por ambiciones personales, odios o antipatías. Si le preguntasen a su dirigencia cuál fue la causa de la Primera Guerra Mundial respondería, como los estudiantes de nivel básico, que se debió al asesinato del archiduque Franz Ferdinand, y su cónyuge, la condesa Sophie von Chotek.

No podía advertir, por ende, las profundas contradicciones que se incubaban al interior de su mejor aliado, el PS, y el decidido desplazamiento que se iba produciendo dentro de aquel en virtud del cual iba a cambiar su directiva; tampoco advirtió cuando Ricardo Lagos, para imponer su liderazgo, sacó del tablero de juego a la propia presidenta del partido Socialista, Isabel Allende, quien había manifestado su deseo de participar en las primarias. La DC estaba cierta que, reconocido Ricardo Lagos como su candidato por el partido Por la Democracia PPD, las proclamaciones en los demás partidos de la Nueva Mayoría se sucederían desplomándose como piezas de dominó y permitirían a su abanderada competir en las primarias con el ex jefe de Estado hasta culminar con la proclamación final del elegido. En el intertanto, las negociaciones se harían con un abanderado con quien ya habían tratado anteriormente y cuyo pensamiento bien conocían.

Pero la lucha de clases atraviesa verticalmente a toda la sociedad: el padre se levanta contra el hijo y el hijo contra el padre, el amigo se hace enemigo y el más feroz enemigo se presenta como el ibis de la paz. Como también sucede en la Biblia. La lucha de clases se revela en cada acto social. Porque los seres humanos actúan movidos por intereses. Y éstos afectan a los partidos, por más ‘de izquierda’ que se autoproclamen. El partido Socialista enfrentaba (y continua enfrentando) una lucha de clases interna sin cuartel. La directiva anterior no fue relevada porque sí sino porque las contradicciones dentro de esa colectividad se habían elevado a un grado tal que amenazaban con su quiebre. Y el candidato Lagos no pudo ser tal sino ese desconocido senador nortino, ajeno a los escándalos que afectaba a la gran mayoría de las personalidades del mundo político, empresarial, eclesiástico, militar, judicial. Entonces, la DC se sintió amenazada: los intereses que defendía no se discutirían con el ex presidente Lagos, ni con los viejos dirigentes concertacionistas; tampoco las cuotas parlamentarias o los ministerios y subsecretarías, ni los jefaturas de los servicios públicos, los directorios de los organismos estatales, las gerencias de las empresas estatales, los beneficios a ciertas y determinadas empresas, las exenciones de impuestos, las garantías especiales, las excepciones legales, la concesión de plazos, y un largo etcétera, etcétera. Todo tendría que hacerse con gente nueva, con la presencia de un PC cada vez más influyente y, lo peor, con un periodista /senador cuya personalidad no se comparaba con la calidad de estadista de un Ricardo Lagos Escobar[7]. Un terremoto político había barrido con toda la estructura de poder institucional que se había construido hasta ese momento. Entonces, la directiva de la DC decidió conversar con su abanderada a quien, poco antes, le había reducido su facultad de negociar con los demás partidos en un acto que hasta el analista Max Colodro repudió en uno de sus comentarios del diario ‘La Tercera’. Y Carolina, por encima de esa afrenta, aceptó desafiar a la Nueva Mayoría e ir sola a una elección en donde sabía de antemano que ya estaba derrotada. Con toda la falange a sus espaldas, nucleada en torno a su persona. Pero lo haría intentado apoderarse de la bandera de lucha del abanderado de Nueva Mayoría: la honestidad y la reivindicación de los valores éticos. O, como lo señala un analista, Carolina Goic

“Personifica la virtud, la angelical entrega. Es como la versión virginal de la ética pública condenada injustamente. Sometida a la voracidad y el cálculo político en su máxima expresión […] Sabe que sobre ella recae una decisión que puede cambiar el curso de la historia (de la DC quizás). Tiene profundos conflictos internos con escuchar la voluntad del Padre… pero ¿qué se entenderá por la voluntad del Padre? ¿Quién es el Padre? En las plazas públicas aparecen quienes se consideran «padres»: aparecen los Walker, Zaldívar, Aylwin, etc. instándola a seguir, algunos más osados dirán que si ella baja su candidatura ‘quebrará a la DC’”[8].

 

RINCÓN, LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Y LA LUCHA DE CLASES

Los sucesos se encuentran gobernados por las leyes del caos. Ilya Prigogine nos enseña la vacuidad de las certidumbres y la existencia de estructuras disipativas en las zonas alejadas de la estabilidad en tanto Werner Heinsenberg nos recuerda el principio de la incertidumbre que gobierna a la generalidad de los sucesos.

¿Podría un caso como la denuncia de violencia intrafamiliar, un caso de evidente trasgresión a la ética, en contra del diputado Ricardo Rincón haber agitado la lucha de clases al interior de la Democracia Cristiana ante el temor de enfrentar un eventual exterminio de la organización falangista en manos de quienes hasta este momento la han dirigido?

Sí, porque la directiva del partido, representada en la persona de Carolina Goic, estaba preocupada de proteger el interés de las grandes empresas en las que miembros de ese partido tenían fuertes intereses (pesqueras, forestales, mineras, educacionales, administradoras). No debe sorprender que un grupo considerable de parlamentarios, preocupados de la suerte de su clientela electoral, se alineara junto a Ricardo Rincón en la Junta Nacional de 29 y 30 de julio recién pasado para defender corporativamente al parlamentario de las acusaciones que en su contra dirigía la presidenta de la colectividad. No deja de ser curioso el hecho que los diputados salieran en defensa del colega sin mencionar ni considerar en modo alguno las acusaciones que la Fiscalía dirigía contra él por su innegable vinculación con Julio Ponce Lerou y el escándalo de los dineros para las campañas. Lo que ponía en evidencia el poco cuidado de esos parlamentarios al soslayar los problemas éticos que irían a servir de bandera de lucha a la candidata del partido. Era natural que la crisis se hiciera presente para resolverse, finalmente, con la exclusión del elemento díscolo y la reagrupación de la militancia en torno a su presidenta por las razones antedichas. La lucha de clases entre quienes hacían la defensa del interés de los sectores que integran el Bloque en el Poder y quienes lo hacían protegiendo su propio interés y el de los suyos, es decir, la ‘burocracia estatal’ ha quedado resuelta a favor de los primeros. Lo cual no quiere decir que esté definitivamente resuelta. Los sectores dominados que militan en la DC han estado ausentes en esta lucha por el reparto del botín del Estado: también ellos tienen algo que decir. No ahora; más adelante.

Así, pues, tenemos hoy el caso resuelto y de una manera simple: una candidata que representa el ala dura de la DC[9], comprometida con la defensa del interés de sectores que tienen ya sus paladines (la alianza ‘Chile Vamos’), respaldada por gran parte de la militancia de esa organización a quienes poco o nada les interesa la defensa de las clases postergadas sino tan sólo el lugar que van a ocupar dentro de la escala social. Por eso, pudo decir Goic, con propiedad, el pasado jueves 3 del presente, una vez resuelto el intríngulis político:

«En estos días he recibido apoyo innumerables muestras de apoyo de los militantes de base de mi partido, como de los alcaldes e independientes, quienes han reconocido la importancia que tiene para Chile elevar los estándares éticos en la actividad política. Los casos de corrupción, de financiamiento ilegal de las campañas políticas y de otras faltas a la ética de las cuales hemos sido testigos en los últimos tiempos, que nos han ido distanciando de la gente y de quienes ejercemos cargos públicos respecto de quienes representamos, nos obliga a dar muestras claras y concretas de que estas malas prácticas son inaceptables […]»[10]

Revestida a partir de ese momento con las banderas de lucha, presentadas como propias, de la honestidad y de la ética, la candidata sale a la arena política a disputar su mejor derecho a participar en las elecciones presidenciales. De si esa estrategia le va a resultar dependerá del apoyo que la ciudadanía le entregue a la candidata. Pero es difícil que esa ciudadanía olvide los escándalos recientes de esa organización, como lo son los cargos en Gendarmería y la muerte de 1313 niños en el Servicio Nacional de Menores SENAME, feudo proverbial de la DC. Algo que repugna quienes aun pensamos en la posibilidad de instalar en La Moneda a un gobierno ético, transparente, honesto.

Stockholm, agosto de 2017

Notas:

[1] En el desarrollo del llamado ‘socialismo comunitario’ hubo varios ideólogos, de los cuales el más conocido fue Jacques Maritain.

[2] Partido Demócrata Cristiano: Estatutos, Junta Nacional de junio de 1960. Tomado de la Biblioteca del Congreso Nacional.

[3] Partido Demócrata Cristiano: “El ABC de la Democracia Cristiana”, documento de estudio, 1962, tomado de la Biblioteca del Congreso Nacional.

[4] Falange Nacional: “Declaración de principios”, tomado de la Biblioteca del Congreso Nacional.

[5] El padre Alberto Hurtado creó la Asociación Sindical Cristiana de Chile ASICH y tuvo violentos enfrentamientos con el líder sindical Clotario Blest quien rechazó rotundamente el ‘paralelismo’ sindical como llamó a la maniobra de crear centrales ideológicas que impulsaba el sacerdote jesuíta.

[6] Acuña Asenjo, Manuel: Id. (5), págs. 199 y 200.

[7] La idea que Ricardo Lagos continuaría profundizando las reformas bacheletistas no es más que un disparate. La prueba más contundente es la exposición que hizo el día jueves 3 del presente en el seminario ‘Vientos de Cambio’, organizado por Moneda Asset Management, en el que también participó Sebastián Piñera. En esa oportunidad, dijo el ex presidente que

“Desde el punto de vista económico, en el caso de Chile la tarea número uno es crecer, todo lo demás es música».

(Véase el documento de la redacción de ‘El Mostrador’ intitulado “Lagos vuelve a pololear con los empresarios: ‘La tarea número uno de Chile es crecer, todo lo demás es música’”, de 03 de agosto de 2017.)

[8] De Ferari Correa, Francisco: “El desenlace de la DC (Evangelios apócrifos)”, ‘El Mostrador’, 04 de agosto de 2017.

[9] No es novedad que sea apoyada por el ex presidente Ricardo Lagos y que el empresario Oscar Guillermo Garretón manifieste su deseo de votar por ella, según lo informa La Segunda en la primera página de su edición de 4 del presente.

[10] Redacción: “Cae Rincón: Carolina Goic retoma candidatura presidencial empoderada y anuncia veto a diputado”, ‘El Mostrador’, 03 de agosto de 2017.

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