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ALBA: antiimperialista y ya tiene nueve países miembros

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La ALBA nació poco antes de su gran contrincante, el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) pero tuvo mucho mejor suerte. El proyecto del neoliberalismo capotó en Mar del Plata, en 2005, pese a los esfuerzos de George W. Bush por mantenerlo en vuelo con ayuda de Vicente Fox y Álvaro Uribe.

Los autores de que las multitudes latinoamericanas pudieran festejar haber mandado ese libreto ALCA-carajo fueron Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Este lo hizo con coherencia, pues en diciembre de 2004 había fundado un espacio antiimperialista con Fidel Castro. Lo habían bautizado Alternativa Bolivariana de Nuestra América. La Alternativa mudó a Alianza, pero fue lo mismo: una sociedad entre Cuba y Venezuela, abierta a la integración de todos los pueblos que José Martí llamó Nuestra América.

Fidel Castro está retirado de la presidencia desde 2006 y Chávez murió de cáncer cuando se aprestaba a asumir un nuevo mandato. Este, que hubiera cumplido 59 años el pasado 28 de julio y su mentor, del que se consideraba hijo, que cumplirá 87 el próximo 13 de agosto, tienen un balance positivo de esa asociación.

El 30 de julio cerró exitosamente en Guayaquil, Ecuador, la XII Cumbre de presidentes del ALBA, con Rafael Correa como anfitrión. Estuvieron los presidentes y/o representantes de los ocho socios y una flamante integrante, la caribeña Santa Lucía: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y Santa Lucía. Como invitados especiales hubo dirigentes de Uruguay, Argentina, Brasil, Surinam, Guyana y Haití.

Esos nueve integrantes deberían ser diez, pero el golpe de Estado de 2009 en Tegucigalpa logró seccionarle la membresía a Honduras. De todas maneras, por el curso que está tomando la región, no van a faltar nuevos países que pidan su admisión. Incluso podría ser Honduras, si en las próximas elecciones ganara Xiomara Castro, la esposa del derrocado Manuel Zelaya.

Mucha unidad

El documento de Guayaquil rechazó las pretensiones de Estados Unidos y otras potencias por neocolonizar la región y convertirla en un instrumento para la satisfacción de las necesidades de sus negocios. La ALBA valoró la nueva época que “se ha traducido en un empoderamiento de las mayorías a partir de un aumento de la militancia en movimientos sociales y de la llegada al poder de gobiernos revolucionarios en Latinoamérica y el Caribe”.

Según el reporte de la agencia cubana Prensa Latina, el cónclave reiteró el objetivo de “trabajar en conjunto para que, la educación, la salud, la atención a personas con discapacidad, entre otros, sean garantizados gratuitamente, como servicios públicos de calidad”.

Esa exquisita sensibilidad social y política reconoce el ADN de los co-fundadores como Fidel Castro y Hugo Chávez, así como un punto de vista que unifica a los demás líderes tercermundistas.

Varios de ellos se habían encontrado pocos días antes en Santiago de Cuba, donde participaron del acto por los 60 años del Asalto al Cuartel Moncada junto a Raúl Castro, casos de Nicolás Maduro, Evo Morales, el premier de Antigua y Barbuda, el canciller de Ecuador Ricardo Patiño y alguien que no pertenece al espacio pero sí al Mercado Común del Sur, José Mujica.

Correa estaba en Caracas por la relación bilateral con Venezuela y debió regresar a Ecuador para afinar detalles de la cumbre donde era dueño de casa; por eso mandó a Patiño al acto del Moncada. A su vez Raúl Castro esta vez se quedó en Cuba, desde donde también es presidente protémpore de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe), por lo que envió a Guayaquil al vicepresidente José R. Machado Ventura.

Lo importante es que los nueve socios tuvieron asistencia perfecta, algo que lamentablemente no ocurrió en la UNASUR reunida en Cochabamba el 4 de julio, cuando se debía repudiar la maniobra imperial contra Evo Morales. Esa vez faltaron Santos, Piñera y Humala, tres líderes de la Alianza del Pacífico, que junto a su cuarto aliado, Enrique Peña Nieto, de México, son dependientes de EE UU.

A propósito, la de Guayaquil se tituló “Declaración del ALBA desde el Pacífico”. ¿Habrá sido un desafío a aquella derecha regional y una forma decirle que está dispuesta a dar batalla sobre ese litoral?

Nueva época

Hace años el presidente Correa patentó su definición que la región no vive una época de cambios sino un cambio de época. Siendo anfitrión, volvió a la denuncia encendida y bien fundamentada contra del imperialismo. Economista de cuna, analizó el dominio del capital y el parasitismo de un sistema en crisis en Europa y la superpotencia. Por eso que el documento final planteó que la del ALBA implica “una visión integral y alternativa de desarrollo, que no se limite a buscar sólo acuerdos comerciales sino que se debe garantizar un desarrollo productivo en áreas como la energía, el comercio intrarregional, la producción de alimentos, las industrias intermedias, inversiones y financiamiento”.

En paralelo a la cumbre de mandatarios deliberó una cumbre de movimientos del ALBA, que realizaron una movilización de 10.000 personas. Unos 200 dirigentes sociales, al cabo de la marcha, fueron recibidos por los presidentes y les entregaron un manifiesto con los puntos de vista de los movimientos. Lejos de ver contraposición en el planteo, Correa, Maduro, Evo y los demás enfatizaron que en ese espacio hay una fina sintonía entre los gobiernos y los pueblos. El común denominador es el antiimperialismo.

La nueva época aludida por Correa se advierte en el contenido político de las reuniones como la Guayaquil y las anteriores de UNASUR en Cochabamba y del Mercosur en Montevideo, muy recientes.

Y hubo más foros de similar sentido popular. La Cumbre Antiimperialista y Anticolonialista delibera en Cochabamba, convocada por el Pacto por la Unidad de cinco organizaciones sociales bolivianas. Ayer cerraba su primera jornada el presidente Morales y luego intervendrían el vice Alvaro García Linera y el canciller David Choquehuanca. Había delegaciones de varios países.

Y aunque el Foro de San Pablo ya no tiene el filo de cambio de años atrás, desgastado por la variante muy socialdemócrata del PT brasileño, está realizando desde ayer y hasta el domingo 4 de agosto su reunión en aquella ciudad brasileña. Participan un centenar de partidos y agrupaciones, y también habrá una Cumbre Social paralela. Se prevé que en el cierra asistan Maduro, Evo y los locales Dilma Rousseff y Lula da Silva.

Cristina debería tomar nota

Las intervenciones de Correa y del documento final tuvo un gran valor para el pueblo y el gobierno argentino, que harían bien en tomar nota. El anfitrión denunció el martes 30 la complicidad entre empresas transnacionales y cortes internacionales de arbitraje. “Uno de los peligros que enfrentan los procesos de cambio -dijo- es el imperio del capital, que tiene más derecho que los seres humanos y puede llevar directamente a cualquier Estado a un centro de arbitraje internacional, por demás corruptos y deshonestos”.

Estaba refiriéndose al CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial, y a los Tratados de Protección Recíproca de Inversiones (TPI). En esos ámbitos hay maniobras de Occidental Petroleum y Chevron contra Ecuador, amparados ilegalmente en el TPI. El presidente explicó que dichos tratados no contemplan las demandas de la comunidad amazónica contra Chevron por daños ambientales y a la salud ocasionados por Texaco. Chevron-Texaco fueron condenadas a pagar 18.000 millones de dólares de indemnización a los pueblos amazónicos, y ahora pretenden que esa suma la afronte el gobierno ecuatoriano.

Chevron invirtió 400 millones de dólares en 900 abogados para intentar revertir dicha sentencia. “La tercera empresa más grande de Estados Unidos quiere sentar un precedente de que los grandes negocios no pueden ser juzgados”, advirtió el presidente ecuatoriano.

La declaración de Guayaquil aseguró que “asistimos a la aparición de nuevas formas de explotación, por la vía de la imposición de herramientas como los tratados bilaterales de protección de inversiones”. ALBA dijo que “respalda a Ecuador, perjudicado por transnacionales como Oxy y Chevron, cuyos daños se extienden a otros países, y en diferentes magnitudes”.

Como el gobierno de Cristina Fernández firmó el 16 de julio un acuerdo con Chevron, lubricado por el decreto 923, favorable a las petroleras extranjeras que hicieran inversiones superiores a los mil millones de dólares, sería bueno que tomara nota de las denuncias de su colega ecuatoriano y la ALBA.

En cuanto a los cargos levantados en Guayaquil contra el CIADI no deberían ser novedad para Argentina pues se trata del país más demandado por las multinacionales, en unas 40 oportunidades y con al menos dos sentencias en su contra (Azurix-Enron y Blue Rigde-Bank Of America). De ese tribunal arbitral tan favorable a las multinacionales se retiró Venezuela en enero de 2012 y antes lo habían hecho Ecuador y Bolivia. ¿Qué espera Cristina Fernández para abandonar ese tribunal tan injusto y denunciar los TPI?

Sergio Ortiz
facebook.com/sergio.ortiz.906
twitter: @Sergioortizpl

*Fuente: La Arena

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