No sabemos cómo los restos de este valiente obrero municipal, que ya había sido identificado en 1994, luego de ser exhumado en el Patio 29 del Cementerio General, pudieron aparecer posteriormente entre los restos óseos desenterrados hace algunos años en aquella base.
Esperamos que este homenaje consiga llegar a oídos de la viuda y los hijos de Oscar.
Anexo Nº 6 del libro de Hermes Benitez, "Las Muertes de Salvador Allende", Santiago, RIL Editores, 2006
Oscar Avilés Jofré: Un auténtico héroe popular(*)
Entre los nombres de las personas que “desaparecieron” para siempre, luego de haber sido detenidas en el interior de La Moneda durante la tarde del 11 de septiembre de 1973, figura uno que, a pesar de no ser el de un dirigente político conocido, ni de un alto funcionario de gobierno, se merece el recuerdo, el reconocimiento, y la gratitud eterna de nuestro pueblo. Se trata de Oscar Avilés Jofré, un obrero municipal, quien aquel terrible día decidió, por su propia voluntad y valor, ingresar al Palacio Presidencial para ayudar a defender con las armas el gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende.
Correría la misma suerte de muchos otros que salieron derrotados, pero vivos, de La Moneda. El protocolo de la Autopsia Nº 3.492, lo certifica como una persona de nombre desconocido, de sexo masculino, encontrado muerto con una herida de bala en el puente Lo Espinoza el 22 de octubre de 1973. Su cadáver provenía de la Primera Comisaría de Santiago. En el informe dirigido al fiscal de la Segunda Fiscalía del Ejército y Carabineros, se consignan escuetamente sus datos, y los signos inequívocos de su injusto final: “Cadáver de un adulto de sexo masculino, NN, que se presenta con sus ropas desordenadas, desgarradas, empapadas en agua y manchadas parcialmente con sangre”. Exhumado en el Patio Nº 29 del Cementerio General de Santiago, fue oficialmente identificado recién en 1994, es decir, 21 años después de su detención y muerte(1).
Los cuatro hijos de Oscar Avilés no sólo debieron crecer sin la presencia, apoyo y cariño de su padre, sino que, como si esto no fuera castigo suficiente, tuvieron que ser repartidos entre diferentes familias, porque su madre viuda fue incapaz de alimentar tantas bocas. Sólo de adultos vendrían ellos a enterarse de las verdaderas circunstancias de la muerte de su extrañado padre. Dieciocho años después de su detención y muerte, aquella sufrida mujer lograría reconocer a su marido en la edición del 21 de junio de 1991 de la revista derechista Qué Pasa, en la que se presentaba un artículo testimonial sobre el día del Golpe, y en cuya gran fotografía de la portada se mostraba a un grupo de combatientes civiles en los momentos en que eran sacados de La Moneda bajo custodia militar. Entre ellos se ve a Oscar Avilés en calidad de “prisionero de guerra”, caminando con las manos detrás de la nuca, mientras es encañonado por un soldado golpista.
El balance lo hace Patricio Quiroga en su libro sobre el GAP: “Con el Presidente Allende en La Moneda permanecieron 55 personas, dispuestas a batirse hasta las últimas consecuencias: 16 detectives asignados a la guardia presidencial; 19 personas entre funcionarios asesores y amigos; y 20 miembros del GAP” Otros siete Gaps fueron comisionados por el propio Allende a apostarse en el edificio del Ministerio de Obras Públicas, y 10 más que no consiguieron ingresar al Palacio porque fueron detenidos por los golpistas(2), entre ellos Enrique Ropert Contreras, hijo de La Payita, quien también sería asesinado posteriormente. A esta lista de valientes, de hombres y mujeres de honor, habría que agregar, por cierto, el nombre de Oscar Avilés.
En un postrer y merecido homenaje a este casi desconocido héroe popular, hace algún tiempo los miembros sobrevivientes de la escolta personal del Presidente Allende, en un bello gesto, sabiendo que técnicamente hablando Oscar Avilés no había sido uno de los suyos, decidieron nombrarlo, sin embargo, como “Miembro Honorario del GAP”, en justo reconocimiento a su lealtad, valor y sacrificio (3).
Nota:
(1). Véase, Paz Rojas et al, Op. Cit., pp. 161-162.
(2). Patricio Quiroga, Op. Cit., pp. 188 y 197.
(3) . Patricio Quiroga, Op. Cit., pág. 207.
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