Tenía 23 años, un embarazo de dos meses y trabajaba como asistenta en la casa de la abogado pro derechos humanos, Carmen Hertz. Oriunda de Valdivia, en el sur de Chile, Sofía Yáñez Calfupán fue degollada por la espalda mientras lavaba en el baño la mañana del 22 de noviembre de 1988. Fue una de las últimas víctimas mortales de la dictadura de Augusto Pinochet, que había perdido el plebiscito celebrado algunas semanas antes. La Justicia chilena, que sigue investigando casos que quedaron impunes, luego de casi 30 años ha vuelto sobre el crimen de la muchacha.