Si no hemos soñado con un país desarrollado de verdad, si las políticas de gobierno no han favorecido la investigación ni el desarrollo tecnológico, si nuestros empresarios se han focalizado en la inversión financiera y en la inversión en políticas destinadas a mantener el status quo monopólico y extractivista, nos hemos disparado a los talones, y estamos cavando nuestra  propia mediocridad.