“La religión es el opio del pueblo”. Es una frase del joven Marx, de cuando tenía 25 años. Otros filósofos ya habían expresado la misma idea, pero él la recoje y a partir de ahí se difunde. Normalmente se acostumbra a citar en el sentido de que la religión es algo negativo. Y evidentemente Marx es crítico, pero en el contexto de esta crítica lo que está reconociendo es que la religión, de hecho, es útil para consolar al pueblo. El problema, según Marx, es que el pueblo consolado no tiene la fuerza necesaria para cambiar las estructuras.