Carmen Gloria Quintana: ¡Porqué no puedo perdonar!
“Debo perdonar al Banco de Chile por despedir a mi marido por casarse conmigo, en el año 1993; debo perdonar a Enrique Correa cuando al inicio de la transición, me dice en mi cara que me olvide, que solo habrá justicia en los casos “emblemáticos”. Perdonar cuando me entero que fui engañada por la Comisión Valech, que nunca me informó que pesaría un secreto sobre las declaraciones allí consignadas”.
Declaración Pública de Cristianos y Cristianas ante la denominada “Liturgia Ecuménica” al interior del penal Punta Peuco
[…] nos dolemos en todo intento de degradar la misericordia divina, apelando a ella para intentar legitimar la impunidad de los criminales condenados por delitos de lesa humanidad y violaciones a los derechos humanos de enorme gravedad. Creemos que – más allá de la buena voluntad de algunos de sus convocantes- actos como el de Punta Peuco no contribuyen a una mayor verdad, justicia y amor entre los/as chilenos/as, en la medida que no da cuenta de una auténtica voluntad de arrepentimiento de los victimarios.
Arrodillados y sin perdón
Las calles manchadas con sangre tienen y vienen desde hace muchos, pero muchos años. Siempre lo mismo, de este lado lo justo reclamado y del otro las balas, la tortura y la muerte, así es nuestra historia, así es nuestra memoria.
“Porque si estamos vivos es para ser coherentes”
Pero lo que más tiempo me ha llevado ha sido perdonar a Chile. Este país que me quitó a mi padre, que hace justicia a medias, que si no presionamos nos vuelve a dar la espalda. Y viví fuera con la voluntad de nunca más volver. Pero aquí están mis amigos, mis primos, la cordillera y el mar. Y este pueblo también es de resistencia y coraje.
Colombia, paradojas de la paz
Paradoja Nº 16.- No es la verdad ni el perdón ni la impunidad – como se quiere hacer ver – lo que va a consolidar la paz estable y definitiva. Atraer la atención sobre estos subjetivismos, es pretender ocultar el verdadero objetivo de la paz, sólo posible, si se eliminan las causas de la guerra: tierra para los campesinos, derechos humanos para las mayorías nacionales, salud, educación, trabajo estable, participación cívica (democracia), en una palabra: justicia social.
«Soy partidario que los militares chilenos pidan perdón […]»
Los militares chilenos deben pedir perdón y abrirse a un diálogo que de verdad repare a Chile levantando losas que protegen 120 Leyes Secretas pactadas con la Concertación, atentado contra Bernardo Leighton y su esposa, ambos de comunión diaria, colgamiento del cuerpo de don Eduardo Frei Montalva de una escalera de tijera luego de fallecer entre decenas de agentes militares que nada tenían que hacer en la Clínica Santa María ¡aunque hallan estado ahí de franco y no sean los responsables de su muerte!, ¿a quién le toman el pelo con su presencia?, CEMA, Chicago Boys turbiamente enriquecidos, acuerdos para mantener sobresueldos en secreto y cuando se descubren, acuerdos para que no paguen impuestos a la Renta, etc.
No confundamos perdon con impunidad
Cada cierto tiempo escuchamos llamados a la impunidad –revestidos de convocatorias a la “clemencia” o la “misericordia”- en materia de graves violaciones de derechos humanos, so pretexto de la búsqueda del perdón y la reconciliación entre los chilenos. En la mayoría de los casos se trata de personas que, la verdad, siempre justificaron o minimizaron –por razones ideológicas- las horrorosas violaciones de derechos humanos cometidas por la dictadura y sus agentes.
El perdón de Huenchumilla
El nuevo intendente de la Araucanía, Francisco Huenchumilla, ha sorprendido a la opinión pública con una inédita petición de perdón al pueblo mapuche, por el trato que históricamente ha recibido por parte del Estado de Chile. Personalmente, me parece muy bien la actitud del intendente, pero existe un gran y enorme “pero”. Las políticas de perdón en el tema indígena no son un “juego” o un recurso fácil y rápido para quedar bien.
Perdones publicitarios oportunos
Ante el ensordecedor coro de solicitudes de perdón de golpistas y anti-golpistas aprovechando el 40° aniversario de la muerte del Presidente Allende y a 2 meses de la elección presidencial en que los relativamente pocos que se interesan dan por ganadora a la doctorcita Bachelet y por perdedora a la candidata de más a la derecha, hija del otro general, uno puede peguntarse : ¿Qué pasa? ¿Perdón por lo que ocurrió entre 1973 y 1990 y entre 1990 y 2013? ¿Por qué ahora y por qué no antes ? ¿Vivimos vueltos hacia el pasado o se trata de algo presente hasta hoy? Y si es así, hasta cuando «esto» seguirá presente en el futuro entre nosotros?
Chile: Nunca más, cómo no. Pero nunca más una sociedad de clases.
A 40 años de la dictadura del capital en Chile, en la forma de una tiranía militar contrarrevolucionaria, resulta notable, como nunca antes, la cantidad de testimonios de ex militantes del pueblo que participaron en la lucha antidictatorial (sólo de soslayo quiero hacer referencia a los indecorosos llamados a perdonarnos en patota, como si el golpe hubiera sido producto de una travesura irresponsable tanto del pueblo, como de la burguesía titiriteada por el Imperialismo).