Plebiscito: ¿Ser o no ser?
No cabe duda: otra vez estamos frente a una trampa montada por la casta política al servicio de la oligarquía. La demanda de una Asamblea Constituyente -que nació bajo dictadura- fue esquivada y en su reemplazo nos imponen una Convención Constitucional que carece de la soberanía de una Asamblea. La Convención funcionará en una jaula de acero de limitaciones y reglas que castran el poder originario. El resultado -si el pueblo no derrota esta maniobra- será un esperpento de Constitución.
El dilema es si participar o no en el plebiscito del 26 de abril; si entrar en la trampa en forma consciente intentar convertirla en un instrumento democrático. No participar significa dejar que la reacción conservadora haga con el rechazo o su Convención Mixta lo que le dé la gana.
Carta al bola que no vota
Yo no digo que el rostro de Escalona sea bonito. O que los senadores Navarro o Girardi representen novedades, no. Se han ido poniendo así por obra y gracia de un sistema binominal corrupto y de una ciudadanía bolitranca que no sale, que no opina, que no concurre a las urnas, que deja que manden los peores y se dedica a pelar como las viejas. Pero por feos que sean estos compadres están a años luz de los entusiastas del corvo y el degüello.