En la antigua Roma, la condena de la memoria (damnatio memoriae) era un castigo reservado para quienes los romanos -el Senado- decidían deshonrar. La idea era borrar por completo cualquier registro que hiciera alusión al condenado, ya fuese en textos, grabados, murales, estatuas e incluso música popular y por supuesto apoderarse de todos los bienes y posesiones del o los perseguidos.