Desde que se convirtió en el país más poderoso del mundo tras las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, Estados Unidos ha actuado con mayor audacia para interferir en los asuntos internos de otros países, perseguir, mantener y abusar de su posición hegemónica, realizar actividades subversivas y de infiltración, y promover voluntariosamente la guerra, hiriendo a la comunidad internacional.