El gabinete de amiguitos de Trump puede parecer fuerte, pero tiene miedo
Casas robadas. Salarios robados. Culturas y países robados. Todo inmoral. Todo extremadamente rentable.
Pero la reacción popular iba aumentando, que es precisamente la razón por la cual esta banda de directores ejecutivos —y los sectores de los que provienen — andaba con razón preocupada de que la fiesta estuviera a punto de acabarse. Tenían miedo. Banqueros como Mnuchin se acuerdan del derrumbe financiero de 2008 y la forma franca en que se habló de nacionalizar bancos. Fueron testigos del ascenso de Occupy y después de la resonancia que alcanzó el mensaje contra la banca de Bernie Sander durante la campaña.
El gabinete de amiguitos de Trump puede parecer fuerte, pero tiene miedo
Seamos claros: no se trata de una pacífica transición de poder. Se trata de una absorción empresarial. Los intereses que ya desde hace tanto llevan untando a los dos partidos principales para que cumplan sus órdenes han decidido que se han cansado del juego. Aparentemente, todo esto de tratar a los políticos a cuerpo de rey, toda esa lisonja y esos sobornos legalizados eran un insulto a su sensación de estar investidos de un derecho divino.